Mientras en Cataluña la Generalitat y los alcaldes que avalan el referéndum sacaban de nuevo músculo y advertían al Gobierno que no debía "subestimar la fuerza del pueblo catalán", en la otra esquina de la península, desde Galicia, el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, se apoyaba en quien fue su "modelo inspirador", Gerardo Fernández Albor, para reivindicar el "sentidiño" del que hizo gala el primer presidente autonómico de Galicia y trasladarlo al conflicto secesionista. "Es momento de que algunos reflexionen y vuelvan a la racionalidad, al sentido común y a la legalidad", defendió desde Santiago. Y aludió directamente a los alcaldes para pedirles que "cumplan la ley y no colaboren en un referéndum ilegal".

Así se pronunció en la clausura del congreso celebrado en honor a Fernández Albor, que hace pocos días acaba de cumplir cien años, y al que el jefe del Ejecutivo le entregó la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo. En torno al expresidente de la Xunta se reunieron numerosas autoridades académicas y políticas, entre ellos Rajoy, que llegó acompañado de su mujer, la portavoz del Congreso, Ana Pastor, el ministro de Educación y portavoz del Gobierno, Íñigo Fernández de Vigo, además del presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, el titular del Parlamento de Galicia, Miguel Santalices, o el alcalde de Santiago, Martiño Noriega, entre otros.

Entre palabras de elogio y reconocimiento a Fernández Albor se coló la preocupación por el desafío independentista de Cataluña. "Un poco de sentidiño sería positivo exportarlo", reflexionó Rajoy. "Cuando uno se pone en contra de la legalidad y la racionalidad, si lo hace a la brava, nada bueno puede traer. Pero cuando uno es capaz de rectificar todo lo bueno se puede producir para él y los demás", aseguró.

Los llamamientos a los dirigentes catalanes para que recapaciten fueron reiterados: "las cosas volverán a su cauce y espero que sea un acto voluntario". Y, en referencia a la reunión de ediles favorables al 1- O celebrada en Barcelona y que contó con la participación de la alcaldesa Ada Colau, Rajoy señaló que a ella "no tiene nada que decirle porque ha asegurado que no va a ceder locales para el referéndum, pero quizás deba pedirles al resto de regidores que hagan lo mismo".

En todo caso, Rajoy quiso tranquilizar a los ciudadanos catalanes y les garantizó que el referéndum no se va a celebrar porque supondría la "liquidación de la voluntad de la mayoría de los españoles". "Nadie puede aceptar lo que está ocurriendo en Cataluña", insistió.

En su intervención, Ana Pastor, tras resaltar la entrega de Albor y "su talante dialogante", también aludió al desafío secesionista de Cataluña al defender que "lo fundamental para los ciudadanos es participar en la soberanía común y que nadie puede enajenar o negar en nombre de ambiciones". "Nadie puede pretender que no seamos dueños de nuestro destino compartido", recalcó.

El presidente de la Xunta hizo un discurso más duro contra "los nacionalismos exclusivos" que prometen "quimeras imposibles". Calificó la actuación de los dirigentes catalanes como "una burla a la legalidad, a la democracia y un menosprecio al Parlamento". En su opinión, el independentismo en Cataluña logró recuperar una palabra que se había desterrado del vocabulario político: "traidor". "Estamos ante síntomas de que se camina hacia algún tipo de totalitarismo", avisó. Y por eso, advirtió que reformar la Constitución "con los que no quieren ninguna Constitución española es un camino estéril".