El último lustro ha traído una recomposición del parque de viviendas en Galicia. Factores derivados de la crisis -la obligación de vender propiedades o las ejecuciones hipotecarias- junto al aumento de las herencias en vida han propiciado que, frente a la tendencia de la serie histórica, se hayan reducido las viviendas no principales -aquellas en las que no están censados sus propietarios-, al tiempo que el parque residencial global ha seguido aumentando.

Al cierre de 2016, casi 46.000 pisos y casas en los que en 2011 no habitaban sus dueños se convirtieron en su primera residencia, un trasvase que en gran parte se explica por el contexto económico.

La reducción de este tipo de viviendas se situó en el 8,3%, al pasar de 549.198 en 2011, su máximo histórico, a 503.496 en 2016. Desde que se contabilizan estos datos, en 2001, esta cifra siempre había crecido, salvo una pequeña reducción registrada en 2008.

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En ese mismo periodo, las viviendas principales aumentaron un 5,7%, más de 60.000 unidades. Así, el conjunto del parque residencial no ha dejado de crecer, si bien a un leve 0,9%, de forma que al cierre del pasado año había en la comunidad un total de 1.621.564 viviendas, de acuerdo con datos del Ministerio de Fomento.

Este distinto comportamiento ha resultado en que las viviendas no principales han pasado de suponer el 34,1% del total al 31%.

Se trata de una tendencia similar a la del conjunto del Estado, en el que las casas y pisos secundarios cayeron un 8,6% y el parque total aumentó un 1,3%.

De las 45.702 viviendas no principales menos registradas en Galicia, el grueso de la reducción se dio en 2013, cuando 36.000 inmuebles desaparecieron de esta categoría.

Al no estar desglosados los datos -las viviendas no principales pueden ser residencias de veraneo, propiedades que se tienen en alquiler o desocupadas, etc.- el presidente de la Federación Gallega de Empresas Inmobiliarias, Benito Iglesias, se muestra prudente con las interpretaciones. Pero sí apunta algunos motivos.

Las apreturas impuestas por el contexto económico llevaron a muchas familias a deshacerse de activos. Además, las ejecuciones hipotecarias afectaron principalmente a segundas viviendas, comenta.

Cuando lo más duro de las crisis ya había pasado, en 2015, se produjo un leve repunte en el número de viviendas no principales. Sin embargo, al año siguiente volvieron a reducirse. ¿Por qué? Iglesias alude al extraordinario aumento de las herencias en vida durante el año pasado. Est tipo de transmisiones se disparó por la combinación de dos elementos: por un lado el Tribunal Supremo declaró exentas las ganancias patrimoniales de las herencias inter vivos; por otro, la Xunta elevó el mínimo exento del impuesto de sucesiones hasta los 400.000 euros por heredero.

Por otro lado, Galicia sigue a la cola en cuanto a la venta de vivienda libre a extranjeros, según datos del Consejo General del Notariado. Aunque estas operaciones aumentaron un 10,9% entre 2015 y 2016, apenas contabilizaron 626, frente a las más de 87.500 de toda España, un exiguo 0,7%.

"Nuestro problema es que Galicia no es conocida fuera", señala el presidente de la federación de inmobiliarias, que indica que los potenciales compradores (rusos, holandeses, alemanes o chinos) se inclinan por invertir en el Levante y en las grandes capitales.

En Galicia, los extranjeros que adquieren vivienda son sobre todo portugueses y británicos. Los primeros, mayoritariamente del norte del país, apuestan por las Rías Baixas para hacerse con una casa en la que pasar breves periodos de descanso, mientras que los segundos tienden a comprar para pasar estancias más prolongadas, explica Iglesias.