Los jóvenes ya no asumen tantos riesgo al volante como hace años. "Antes iban cuatro en un coche, y el que más había bebido resultaba ser el conductor y con tasas que hoy serían delito", recuerda el agente Plácido Caneiro. Pero todavía hay jóvenes que mantienen una actitud peligrosa al volante, "lo que unido a una mayor necesidad de autoafirmación hace que sean más competitivos y se enfrenten más con las normas de tráfico", según apunta el teniente Dopico. "Piensan que los demás no conducen bien, pero ellos sí. Y eso, les lleva a pensar que es difícil que ellos se vean involucrados en un siniestro", advierte. La falta de experiencia, por razón de edad, no les permite discriminar situaciones de peligro y valorar mejor los riesgos. Además, confían mucho en su capacidad de controlar el vehículo en cualquier situación, por lo que se arriesgan más que los adultos y no tienen tanto sentido de anticipación. "Si se asumen más riesgos, hay más posibilidades de fallo", sentencia Dopico.