Tras la tercera primavera más seca de la historia y ante la previsión de un verano caluroso y de escasas lluvias, Galicia encara su séptimo mes en situación de prealerta por sequía con perspectivas poco halagüeñas para sus embalses y ríos. Lo poco que ha llovido la semana pasada no ha sido suficiente para que la Xunta levantase el aviso y el cambio climático y el déficit hídrico de los últimos meses han situado el caudal de los ríos gallegos en mínimos históricos, con un 15% menos de recursos que hace dos décadas, y han provocado un descenso en la ocupación de las presas. Aunque no están en valores tan bajos como en otras comunidades, con una media de la ocupación en el conjunto del país del 47,9% (once puntos menos que hace tan solo un mes), los niveles del área Galicia-Costa, la demarcación gestionada por la Consellería de Medio Ambiente, están al 65,6% y los de la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil, al 61,1%, según el Ministerio de Medio Ambiente.

Estos datos colocan la ocupación de las presas gallegas un 10% por debajo de la media de la última década. Respecto al último año, el descenso en el caso de Galicia-Costa es del 18% y en Miño-Sil del 22%.

Del conjunto del país, las cuencas del Segura y del Júcar presentan las reservas más bajas, un 21,5% y un 31,9%, respectivamente. En el extremo opuesto, están Cataluña (71,8%) y del País Vasco (71,4%).

En la comunidad gallega, los embalses de abastecimiento de la demarcación Galicia-Costa están a solo el 84%, frente al 89,75% que presentaban hace un año. La situación más crítica la soporta la presa que abastece Vilagarcía, con menos del 27% de su capacidad. El resto se mueven entre una ocupación del 96,66% (Pontillón de Castro, en Pontevedra) y el 76,28% (Baiona). El nivel en Cecebre (A Coruña) se queda por debajo del 80%.

En el caso de las presas de uso hidroeléctrico o industrial, las reservas en esa demarcación están el 65,09%, muy por debajo de los 80,5% registrados el año pasado.

La situación de déficit hídrico es más preocupante en la zona del Miño-Sil, con el 66,1% de ocupación. Ya antes de que comenzase el verano, el presidente de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil, Francisco Marín, aseguraba que el abastecimiento de agua está "garantizado" para grandes poblaciones, pero no para "pequeños núcleos".

Las primeras voces de alarma sobre el despilfarro de agua saltaron en 2008. Entonces, el Observatorio de la Sostenibilidad en España advertía en su Informe del Agua que España consumía agua por encima de los recursos de sus cuencas. Galicia no ha sido una excepción y afronta episodios de sequía cada vez más frecuentes. El nivel de déficit hídrico es tal que la Oficina da Seca, dependiente de la Consellería de Medio Ambiente, decretó hace casi siete meses la situación de prealerta por sequía y ya ha aplicado las primeras restricciones para evitar el despilfarro de agua y el abastecimiento en pleno verano pese a la falta de lluvias y el calor previsto para los próximos meses.

A mediados de mayo, la Xunta acordó no autorizar captaciones fluviales para riego de jardines o de obras ni para la limpieza de fuentes por parte de los concellos de la Demarcación Galicia-Costa. Ese mismo mes, remitió instrucciones a los concellos para que restringiesen el uso de agua en la limpieza de calles y riegos y limitasen el llenado de las piscinas. Además, los emplazó a a "intensificar las labores de mantenimiento de la red de abastecimiento para minimizar las fugas, que en un año equivalen al consumo de Andalucía durante un mes.