"Profesional, muy profesional". La que fue una frase mítica de su carismático personaje en "Airbag" también vale para resumir la cara B de Manquiña, que se pone (un poco más) serio al explicarles a los escolares gallegos cómo ser "buenos profesionales y buenas personas" cuando ocupen puestos de responsabilidad en el futuro, de modo que aporten su grano de arena para hacer "mejor" la sociedad. Para que "tomen conciencia de la filosofía del esfuerzo, del trabajo, que sean conscientes de lo que implica el trabajo en equipo", explica, el humorista se apartará de los focos unas horas hasta fin de curso y ejercerá de predicador del buen ejemplo, labor a la que se suman otros 14 altruistas referentes de la cultura, la ciencia y la empresa gallega.

En su caso, además, tendrá que desmontar, como hizo ya el primer día ante alumnos de 4º de ESO del IES Maruxa Mallo de Ordes nada más entrar, un prejuicio: el "mundo del espectáculo", al que se dedica porque le "apasiona", exige dedicación y trabajo. "Por muy divertida que parezca nuestra profesión", advirtió a los adolescentes, "nunca puedes escapar de la responsabilidad de trabajar duro en cualquier ámbito de la vida".

Pese a ejercer de mentor, Manquiña no es dar "lecciones". Quiso más bien un diálogo en el que los jóvenes le expresasen sus dudas -están preparando un programa- sobre cómo dedicarse al "mundo polifacético de la televisión y no morir en el intento". Al final, el director del centro, José Manuel, ejerció de conductor y Manquiña compaginó conocimiento, chistes y reveladoras anécdotas del mundo televisivo en un divertido guion.

Cuando uno de los chicos le confesó que quería escribir monólogos, Manquiña explicó que lleva desde 1974 haciendo teatro y viviendo de eso pero ve en el monólogo "una de las disciplinas más complicadas de todas las que existen" a pesar de que, "básicamente", consiste en "una sucesión de idioteces una detrás de otra" a las que "hay que darles carácter de realidad". ¿Y por qué? El trabajo en equipo salió a relucir. En teatro o cine, dijo, "compartes la responsabilidad con un montón de gente", mientras en el monólogo "estás tú solo y cada vez partes de cero".

Aun así, a los que se atrevan a salir al escenario solos ante el peligro, les advirtió sobre un tema actual: "Cada vez los monologuistas, los humoristas, nos vemos más constreñidos porque la sociedad va cambiando y el humor de cosas que se podía hacer antes hoy no está permitido", avisa. "Tenemos muchas limitaciones", incidió, y bromeó: "Siempre hay alguien dispuesto a denunciar a alguien". "Tu libertad acaba donde empieza la del otro" es un valor, aseguró, que "hay que intentar mantener". Al aludir a los " sketchs", también advirtió que no se trata de "transgredir por transgredir" y que siempre es bueno "acercarse a gente muy lista". "Hay que tener chispa", dijo. De su experiencia como entrevistador les aconsejó informarse "mucho" sobre el entrevistado. "Si escribió un libro, hay que leerlo; si escribió veinte, hay que leer dos", les aconsejó.

Saber mandar y obedecer cuanto toca también salió a la palestra. Claro que a veces, confesó, también hay que saltarse las reglas y arriesgarse a acabar en la jaula de los leones, literalmente hablando, como le ocurrió a él y, de rebote, a Morris. Con esa historia consiguió muchas risas. Se cumplió lo que había dicho a los futuros comediantes: "El espectador está dispuesto a pasárselo bien. Está deseando reír". Y vaya si lo hicieron.