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Pocas huellas en las probetas

El 63% del alumnado de 15 años nunca realiza experimentos de ciencia, en la que logra el tercer mejor resultado español en PISA

La Educación Secundaria Obligatoria gallega prefiere el libro al laboratorio y la palabra del profesor a la del estudiante cuando de lo que se trata es de enseñar ciencia. Según el informe del Programa para la Evaluación Integral de Alumnos de 2015 (PISA, por sus siglas en inglés), las estrategias de docencia aplicadas por el profesorado de esta área apuestan tímidamente por la construcción de un ambiente de aprendizaje activo basado en clases en las que prime la praxis frente a la teoría.

Un planteamiento que, sin embargo, parece no influir sobre el rendimiento académico. A pesar de estar poco habituado a involucrase en la experimentación a través de actividades prácticas y, aun menos familiarizado, a relacionarse con ella a partir de discusiones razonadas sobre conceptos, explicaciones sobre fenómenos o la interpretación de datos, el estudiantado gallego de 15 años -sobre el que se centra el estudio- obtiene en ciencia los terceros mejores resultados de la tabla española, situándose al mismo nivel que la media de la OCDE. Según la mencionada publicación, se trata de una tendencia tan probablemente calificada de "sorprendente" como habitual, pues en ninguno de los sistemas de educación analizados, "los estudiantes que informaron estar frecuentemente expuestos a la instrucción basada en la investigación tienen un puntaje más alto" en esta área.

A ese respecto, entre los nueve indicadores considerados por PISA para medir el nivel de presencia de la investigación en la docencia, la educación científica gallega lidera únicamente uno de ellos. Aunque la cifra alude a una práctica poco frecuente, el alumnado de nuestra comunidad es que el más habitualmente discute sobre cuestiones científicas con sus compañeros de aula. El 9,1% participa o presencia este tipo de discusiones en todas sus clases y solo un 24,5% nunca o casi nunca puede hacerlo.

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En el resto de variables, sin embargo, los resultados arrastran a los institutos gallegos hacia los puestos más bajos de la clasificación estatal en esta particular radiografía de los centros educativos.

La escasa frecuencia con la que los estudiantes visitan el laboratorio puede tener buena parte de la responsabilidad en ello. Si bien en todas las comunidades autónomas el tiempo de presencia entre tubos de ensayo y microscopios es igual de exiguo, en Galicia es donde las cifras adquieren mayor rango de anécdota. Solo el 1,8% de los estudiantes asegura hacer experimentos prácticos en todas sus clases frente al 62,5% -algo más que la media española- que afirma que nunca o casi nunca vive sus horas lectivas en este tipo de aulas especializadas.

No resulta extraño, por tanto, que los gallegos sean también los estudiantes que diseñan menos experimentos de todo el país. La cifra de quienes dicen no hacerlo nunca o casi nunca se eleva hasta el 71,6%, diez puntos porcentuales por encima de la media estatal, mientras que solo un 2,4% reporta hacerlo en todas sus clases. Igualmente, la escasa cotidianidad de las clases prácticas puede explicar que los gallegos sean los estudiantes que con menor frecuencia tienen que enfrentar el reto de plantear investigaciones para probar ideas. La mitad señala que nunca o casi nunca se ve desafiado a concebir este tipo de tarea frente al 4,3% que dice tener este cometido en todas sus lecciones de ciencia.

Cuando de lo que se trata es de que el alumnado "manipule" más ideas que objetos, los datos no varían demasiado. Puesto que los estudiantes gallegos desarrollan pocos experimentos, tampoco es usual que sus profesores les soliciten la extracción de conclusiones de estos. Por ello, los gallegos son, nuevamente, los estudiantes de España que menos realizan esta práctica de reflexión en todas sus lecciones. Un 38,8% afirma, además, que nunca o casi nunca ocupa su tiempo en clase para dedicarse a ello.

En lo que se refiere a la frecuencia con la que el alumnado tiene oportunidad de tomar la palabra para explicar sus ideas, solo un 32,7% asegura poder hacerlo en todas las lecciones, el segundo porcentaje más bajo en relación al del resto de comunidades autónomas. Galicia, además, es el territorio con menor hábito escolar en la discusión sobre investigaciones. Solo un 3,4% de los estudiantes dice hacerlo en todas sus clases frente al 67,8% que manifiesta no tener esa oportunidad nunca o casi nunca.

¿Y los docentes? En cuanto al sistema que estos emplean para estructurar sus intervenciones en el aula los datos de PISA son bastante parcos. Aluden, básicamente, al modo en que el profesorado trata de traducir la ciencia al lenguaje digerible de la cotidianidad. En ese sentido, el 14,1% del estudiantado indica que su docente nunca o casi nunca relaciona conceptos del área con diferentes fenómenos mientras que otro 19,1% señala que este tampoco explican "claramente" la relevancia de los grandes conceptos de la ciencia para la vida.

Equipamiento

En cuanto al transfondo de la escasa orientación práctica y participativa de la educación científica en la secundaria gallega, la información recogida en PISA no permite extraer conclusiones claras. Es decir, no ofrece datos suficientes ni cualitativa ni cuantitativamente relevantes, como para determinar si se trata de una decisión de raíz pedagógica -basada en la creencia de que es una práctica prescindible o poco útil, por ejemplo- o si, más bien, es consecuencia de circunstancias que lo obstaculizan, como la falta de tiempo y materiales disponibles, el elevado ratio de alumnos por aula, problemas de seguridad o, incluso, carencia de formación del docente para plantear el trabajo en el laboratorio.

En ese sentido, el informe se centra en los recursos disponibles para el departamento de ciencias. El 76,9% de los directores de los colegios afirman que, en comparación a otros departamentos del centro, el de ciencia está bien equipado. mientras que si la comparación es entre el laboratorio propio y el d e otros centros, el 65,2% asegura que está bien dotado. Aunque un 80,2% asegura que el material para actividades prácticas esta en buen estado, solo la mitad asiente al ser preguntado si este es suficiente como para que todos los cursos puedan usarlo regularmente.

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