Juan Carlos Rodríguez, presidente de la Federación Alzhéimer Galicia, integrada por asociaciones de familiares de enfermos con distintos tipos de demencia, ata su aplauso a la Ley de Dependencia a la creación de recursos de atención especializada que conllevó suaprobación.Su festejo es austero, con más paréntesis para matizar que reconocimeintos rotundos,porque entiende que la falta de fondos mermó en buena medida la aplicación fiel de lo contenido en la la norma.

Según Rodríguez, la consecuencia más nociva de la progresiva disminución presupuestaria es el desamparo sufrido por las personas que más necesitaban tenerlo: "La elimininación de la cotización de quienes ejercían cuidados familiares y el recorte en la dotación a los programas de ayuda en el hogar se produjo a la vez que se mantenía un sistema de copago tremendamente injusto". Para el responsable de FAGAL, esta modalidad de acceso a los servicios públicos de dependencia resulta "confiscatorio", por lo que pide su revisión y ajuste "a la realidad económica de las personas que lo enfrentan".

En cuanto a las dificultades que afectan singularmente a las personas con distintos tipos de demencia -según FAGAL,unas 100.000 en Galicia, de las que un 50% estaría aun sin diagnosticar"-,Rodríguez resalta la urgencia de que aumente el número de residencias y centros de día especializados-ahora hay siete en toda la comunidad- y que se apueste por los recursos de atención temprana y de proximidad, sobre todo, en los sectores rurales. Con todo, el énfasis más recio lo dedica a los programas de prevención, contemplados en la Ley pero sin apenas desarrollo: "El alzhéimer es una enfermedad degenerativa que tiende a la dependencia absoluta por lo que es una inversión clave para poder actuar en las fases iniciales, ralentizar el proceso de deterioro y ahorrar costes familiares y sociales futuros".