Treinta y cinco años después de su nacimiento en la mítica asamblea de Riazor, el BNG asiste a una paradoja. Experimenta un período de unidad y cohesión interna sin parangón en su historia reciente, sin que la Unión do Povo Galego tenga contrapeso interno tras la traumática fractura de Amio, pero sus nuevos rivales en la izquierda, sumidos en un proceso de desgaste debido a la complejidad de sus alianzas, dominan el caladero electoral. A partir de ahora, el Bloque se juega mantenerse como un bonsái podado de las ramas que rompían su equilibrio o crecer de nuevo y competir por un puesto relevante como alternativa al PP.

La formación frentista -originalmente nació como un frente de partidos- celebra hoy y mañana precisamente en A Coruña su vigésimo quinta asamblea nacional con la aspiración de convertirse en movimiento político-social y con la vista puesta en las elecciones municipales de 2019. En ellas confía en revertir los resultados de la cita de 2015, cuando quedaron fuera de ciudades como Vigo y Ourense.

A la asamblea llega con la inyección de optimismo tras las autonómicas de septiembre, en las que convirtió la pérdida de un escaño hasta quedar con seis -en la década de los 90 alcanzó los 18- fue sentida como una victoria frente a los pronósticos de perder el grupo parlamentario.

Pero el BNG debe resolver el enigma de su verdadera medida en el nuevo contexto político posterior a la división del nacionalismo. El símbolo de la nueva etapa es la foto de Ana Pontón, ungida hoy de nuevo como portavoz nacional tras derrotar el año pasado al 30% que pedía confluir con En Marea. Compartirá Consello Nacional con Guillerme Vázquez, el único de sus cuatro antecesores que mantiene el carné de militante. Rompieron ese documento Xosé Manuel Beiras, Anxo Quintana y Xavier Vence.

El lema elegido por la organización para la cita de hoy no podía resultar más certero: "En bloque cada un tempo novo". El BNG avanza tan en bloque que su renovación resulta mínima. De los 50 miembros del Consello Nacional de la candidatura única, solo 10 debutarán. De la ejecutiva saliente de 16 cargos, apenas se producen tres bajas. Eso sí, acceden seis nuevos dirigentes. Esa falta de disensión también puede reducir la autocrítica interna.

El Bloque mantiene músculo orgánico, social y militante. A pesar de sus bajas, que la dirección de Pontón asegura haber frenado y convertido en afiliaciones, llega a la cita de hoy con una afluencia prevista de 2.400 personas, de las que 300 son simpatizantes. Pocas organizaciones políticas movilizan esa cifra, aunque están lejos de los 5.300 de Amio en 2012.

Pontón, que conjuga la imagen de renovación con una trayectoria parlamentaria iniciada en 2004, será la punta de lanza de una estrategia para atraer a la ciudadanía molesta con el sistema y que ha optado bien por los nuevos partidos, bien por quedarse en casa. Su relatorio es claro: "Se trata de conquistar para el nacionalismo la hegemonía en el campo de la creatividad política". Dispone de dos años para mostrar la medida del Bloque en un nuevo tiempo.