Si hacer testamento se ha instaurado ya como un trámite necesario para aquellos que quieren dejar claro qué ocurrirá con sus posesiones cuando ya no estén, el testamento vital, que refleja por escrito la voluntad del interesado sobre los cuidados y tratamientos que podría precisar en el futuro y sobre el destino final de su cuerpo, "con el fin de que esta voluntad sea reconocida y respetada en el momento en que no tenga capacidad para manifestarla", gana cada día más adeptos. En Galicia son ya más de 6.000 las personas que han inscrito este documento, conocido oficialmente como de instrucciones previas, en el Rexistro oficial de la Consellería de Sanidade, cuya finalidad es que los profesionales sanitarios sepan de la existencia de esa disposición expresada por el paciente.

Desde que en diciembre de 2008 el Gobierno gallego dio luz verde a la creación de este registro, el número de gallegos que optan por dejar por escrito instrucciones acerca de si comparten o no que se prolongue su vida de forma artificial en situaciones "irreversibles", si desean o no cuidados paliativos destinados a aliviar su dolor o especifican el destino que prefieren para su cuerpo, en el caso de estar abiertos a que se utilice en trasplantes o en investigación científica, no deja de crecer. A la altura del mes de mayo de 2016, un año después de la entrada en vigor de la normativa que en Galicia limita la objeción de conciencia de los médicos, ya ascendían a 5.360 los apuntados y siete meses después la cifra se eleva ya a 6.050.

No obstante, las estadísticas recopiladas por la Consellería de Sanidade muestran que los gallegos se preocupan por tomar estas decisiones sobre todo llegada cierta edad. La franja de edad mayoritaria de otorgantes de instrucciones previas son los gallegos en edad de cobrar una pensión (65 o más años): representan el 34% del total. El grupo de edad precedente, de 51 a 64, también tiene en mente este asunto, y casi en la misma medida, ya que suponen casi el mismo porcentaje, uno de cada tres. Aunque si se suman todos los otorgantes que todavía no cumplieron el medio siglo de vida saldría la tercera parte que falta, los más jóvenes, de entre 18 y 30 años, solo firman cinco de cada cien testamentos vitales registrados.

Por provincias, la población influye. Pontevedra acapara un tercio de los inscritos, pero los coruñeses suponen casi la mitad (47%). En Lugo y Ourense, que representan el 11 y al 10 por ciento, respectivamente, de las instrucciones recopiladas por Sanidade, la iniciativa no acaba de cuajar, pese a que son estas dos las provincias más envejecidas de la comunidad.

Con todo, solo tres de cada mil gallegos de 65 o más años ha tomado la decisión de explicitar por escrito -bien ante notario, bien ante tres testigos o bien un funcionario del registro, que fue una posibilidad incorporada en 2015-, qué desea llegada la hora en que no pueda pedirlo por sí mismo: técnicas de soporte vital o solo cuidados de confort. Entre la población en general esta tasa sería incluso inferior. Según datos recopilados por el Ministerio de Sanidad entre todas las autonomías, actualizados a una fecha diferente a los de la Xunta, en Galicia solo 2,13 habitantes de cada mil han decidido inscribir un testamento vital en el registro. De esa forma, la comunidad se situaría en el tren de cola del país. Entre el resto de autonomías solo Extremadura presenta una tasa más reducida (1,45). En el lado opuesto, País Vasco (8,54) y Cataluña (8,5) lideran el podio de ciudadanos preocupados por dejar constancia de esa voluntad sanitaria.

El 99% de estos documentos incluyen en Galicia indicación de cuidados y tratamientos deseados; dos de cada tres explicitan el destino de órganos y tejidos y el 31% indican cuál es la preferencia para el cuerpo. Se puede nombrar un interlocutor de cara ese momento futuro y lo hace un 85%.

Haz click para ampliar el gráfico