Las comunidades cuentan con margen normativo para actuar sobre los impuestos cedidos desde el Estado -por eso la Xunta pudo llevar a máximos los tipos del antiguo "céntimo sanitario" o dejar exentos al 99% de los gallegos del tributo para las herencias-, pero también pueden impulsar sus propios gravámenes, especialmente en el campo medioambiental. El Gobierno gallego lo ha hecho. En 2006, estas figuras aportaron unos 52 millones de euros. En 2014, casi 80,3 millones. Destaca el canon de saneamiento, que aportó 42,5 millones de euros; el canon eólico, con cerca de 23 millones; y el impuesto que se repercute a los embalses, 12 millones de euros aproximadamente.

Pese a la evolución al alza de la presión fiscal, los impuestos propios de la Xunta son la cuota residual en el total de sus recursos no financieros. Únicamente el 1%.