El rural no debe verse como sinónimo de atraso, sino con "ilusión" y como "fuente de oportunidades". Lo defienden los expertos del Foro Económico de Galicia, que apuntan el ejemplo del vino. "Desde un enfoque de producción local y diferenciada está ganando año tras año posición en los mercados internacionales", señalan en el informe presentado ayer en Santiago, "Novas demandas para o rural galego". Y que este subsector sea "el más dinámico de la economía agraria gallega" está vinculado a su apuesta por las variedades propias.

Así lo indica José González, de bodegas Casal de Armán, que presentó a los autores del informe, José Manuel Andrade y la profesora de la Universidade de Vigo María Xosé Vázquez. El empresario destacó la "apuesta clara por variedades autóctonas" de ambos. A su vez explicó que "en el mundo del vino es impensable pensar en una producción de calidad si no va a asociada a variedades autóctonas: godello, treixadura, albariño..." Por ello, una de las 31 propuestas para "mantener un rural vivo" del documento es pedir "incentivos y apoyos al uso de variedades propias en la producción", destinar fondos a los centros de investigación sobre biodiversidad y que la Administración frene la "actual tendencia" a la pérdida de variedad genética en la agricultura, el sector forestal y en la ganadería.

El Foro defiende que el desarrollo de actividades que permitan una "diversificación" de la base económica de las zonas rurales para revertir sus dinámicas debe sustentarse en la "calidad ambiental" del territorio, aspecto que enfatizan en el informe. Añaden que para que el rural sea "atractivo" para captar nuevos pobladores deben generarse "oportunidades vinculadas a los recursos del territorio" y mediante la dotación de servicios, que, apostillan, deben "concentrarse", por "lógica económica", en la cabecera de comarca.

La entidad dirigida por Santiago Lago subraya además la necesidad de promover el emprendimiento agroalimentario, y para ello insta a "simplificar" los trámites -creando un portal "único" para las gestiones- y "reforzar" las acciones para incorporar nuevos emprendedores, como ayudas directas y acompañarles para arrancar su empresa dos años.

Aparte de apuntar a las posibilidades del turismo -yendo "más allá" del turismo rural-, constatan cómo el "principal fallo" del sector agroalimentario gallego es la "debilidad" de su transformación industrial, que se traduce en una "escasa capacidad para generar valor añadido". Por ello ven "prioritario" impulsar la industrialización y la implicación "al máximo nivel" de las administraciones para captar capital y aprovechar las potencialidades productivas gallegas, como la leche.