Tras conseguir una contundente mayoría absoluta en los pasados comicios autonómicos y mientras la oposición mira de reojo a Feijóo advirtiéndole que no debe aplicar el rodillo en el Parlamento, el líder del PPdeG se esfuerza en trasladar el mensaje de que se debe a Galicia y de que gobernará para todos, con la mano tendida. "No hay derrotados ni vencidos", sentencia. Y en esa línea ayer en su discurso en la toma de posesión del Parlamento se proclamó "discípulo" de los gallegos. "Me siento como un escolar que va con la mente abierta y el corazón ilusionado al aula del maestro, como si se tratara del primer día de clase", aseguró.

Para Feijóo Galicia es "como una buena madre que no deja de enseñar lecciones y experiencias acumuladas". "Y yo espero seguir siendo el hijo que escucha, aprende y le devuelve cuando menos una parte de lo mucho que Galicia me dió", proclamó.

La "sabiduría" que Galicia atesora no está a su alcance, según argumentó el presidente de la Xunta, y por eso asegura que "acudirá a ella para servir mejor a los ciudadanos".

Desde la Plaza do Obradoiro recalcó que si es presidente de la Xunta es "porque los gallegos quisieron". "Soy producto de este pueblo", añadió. Y por esa razón, clamó: "Entrego la Presidencia de la Xunta a mi pueblo. Los gallegos serán parte alícuota de esta Presidencia", declaró.

Y de nuevo se reivindicó una vez más como un niño de aldea. "Aquí esta el sueño de un chaval de Os Peares que sigue sintiendo la caricia de su familia y de sus gentes", enfatizó.

Tampoco quiso olvidar a los gallegos que "que sufren una vida precaria o dependiente, a los maltratados, a los que están fuera contra su voluntad, a los emigrantes y los inmigrantes que llegan aquí buscando dignidad".