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Energía

Iberdrola apuntala el sistema eléctrico británico con su experiencia en los embalses de Galicia

La compañía ultima la ampliación de su mayor hidroeléctrica en Escocia, una central clave para asegurar la energía en picos de demanda y equilibrar la producción eólica

Una de las tuberías del agua hacia las turbinas. // Francis Tsang

El trayecto de casi tres horas por la estrecha carretera que va de Glasgow, la principal ciudad de Escocia, rumbo hacia las tierras altas, se parece muchísimo al antiguo viaje en tren por la fachada atlántica de Galicia. Lo más parecido que hay a caminar sobre el agua. Los lagos salpican todos los rincones del país, uno de sus principales atractivos turísticos y pata fundamental de la economía. No solo por su capacidad para captar visitantes. En la meta de ese viaje, el Lonch Awe simboliza todo lo que pueden dar de sí las impresionantes balsas que protagonizan el paisaje escocés. Es el lago de agua dulce más largo. El que bordea el famoso castillo de Kilchurn, asienta un criadero de salmón y sirve de alimento para la que en su momento fue la principal planta hidroeléctrica de Europa. La central de Cruachan, con 440 megavatios (MW) de potencia, es clave en el suministro de energía a todo el Reino Unido. Por la cantidad de electricidad que genera -suficiente para cubrir la demanda de unos 440.000 consumidores-, pero también por cómo la produce. Lo suficientemente rápido como para cubrir los momentos de más tirón en hogares e industrias y por la capacidad para usar la electricidad que sobra de otras tecnologías, especialmente los parques eólicos, para asegurar la seguridad del suministro cuando el consumo baja. Iberdrola, su dueño, ultima ahora la ampliación de Cruachan de mano de la experiencia acumulada y los sistemas que emplea en sus territorios fuertes en España en el negocio de los embalses, como es el caso de Galicia.

Aquí, el primer grupo energético español, gestiona el mayor complejo hidroeléctrico de la comunidad. Los aprovechamientos de San Esteban y su contraembalse San Pedro. Ambos empezaron a funcionar en 1957, solo un par de años antes del arranque de las obras de Cruachan. En 2006, ante la creciente necesidad en Galicia de contar con instalaciones que ayudasen a afrontar los picos altos de la demanda de electricidad, Iberdrola transformó el tándem formado por las dos presas para que pudieran regular el caudal y reservar parte del agua de los meses de más lluvia para esos instantes puntas de consumo. El sistema eléctrico funciona a modo de vasos comunicantes: no puede haber nunca más energía de la que se consume. Y esa es precisamente la razón de ser de la gran hidroeléctrica de Iberdrola en Escocia -que opera en esos máximos de demanda al servicio de la propia multinacional española, pero también con National Grid, transportista en Inglaterra y Gales-, para la que será fundamental en su incremento de potencia ahora lo hecho ya en Galicia o recientemente también en Valencia con La Muela, que alcanza los 2.000 MW.

A diferencia de España, en el Reino Unido se vive una eclosión de las fuentes energéticas verdes. La apuesta por la descarbonización ha llevado, incluso, al cierre de la térmica de Longannet -con una potencia igual a la de la central de As Pontes y dos como la de Meirama-, en manos también de Scottish Power, la filial en el país del grupo presidido por Ignacio Sánchez Galán. Solo el pasado año, Reino Unido incrementó casi 1.000 MW en parques eólicos, que es la principal baza de recambio en la metamorfosis del sistema eléctrico. Escocia quiere alcanzar el 100% del consumo en renovables en 2020 -actualmente ya se sitúa en el 75%- con un incremento por parte de Scottish Power y el resto de empresas presentes en la zona de casi 5 gigavatios (GW) en eólica terrestre y 1 GW en parques en el mar.

La impredicibilidad del tiempo obliga a contar con plantas eléctricas que respalden en los instantes en los que no sopla y aprovechen el exceso de producción de los aerogeneradores cuando no haya tanto consumo. Ahí entra en juego la Cruachan del futuro, "que puede regular la energía al sistema en segundos", según destaca David Bowie, responsable de la central. Además de poder aportar electricidad en menos tiempo que el resto de tecnologías, es una hidroeléctrica de bombeo. ¿Qué significa esto? Que gasta la electricidad que al sistema le sobra -sobre todo durante las noches, cuando cae la demanda y hay más viento- para llenar su balsa de agua y prepararse para cuando tenga que soltarla para producir. De ahí que se les considere almacenes eléctricos.

La potencia de la central se incrementará en más del doble, hasta los 1.040 MW y, por lo tanto, se podrá abastecer a más de un millón de consumidores y reforzar su papel para asegurar la calidad del suministro. La inversión de Iberdrola rondará los 600 millones de euros. Faltan apenas unos trámites administrativos y la previsión es iniciar las obras el próximo año. "Tecnología made in España", inciden en la compañía. Era una de las oportunidades de desarrollo a las que Sánchez Galán apuntó hace año y medio como ejemplo de su apuesta por Escocia, donde Scottish Power es la líder del sector.

"Fue una central pionera y es una herramienta importante para la seguridad del sistema eléctrico", resume Bowie desde las tripas de la central, a 300 metros bajo tierra en la montaña que le da el nombre. En la pared que mira a las cuatro grandes turbinas que tardan solo 22 horas en mover todo el agua de la balsa está colgado un bajorrelieve en madera con la imagen de la bruja del invierno. Aquí vive, según la popular leyenda escocesa, y estos primeros días de noviembre agita tres veces su varita sobre la tierra para que llegue el frío. A ella también le atribuyen el nacimiento del lago Awe cuando un día, cansada, no pudo impedir que la montaña se durmiera sobre ella y el agua inundó el valle. La bruja se llama Cailleach Béirre. La diosa celta a la que, curiosamente, muchos atribuyen el origen del nombre de Galicia.

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