El último tramo del AVE gallego en el que todavía no se han iniciado las obras recibió ayer un empujón. El Ministerio de Ambiente acaba de emitir el informe de impacto ambiental que desbloquea el desarrollo del trazado de integración urbana en la ciudad de Ourense, un trecho de 17 kilómetros -desde Taboadela a la ciudad de las Burgas-, que estaba paralizado precisamente a falta del visto bueno de Medio Ambiente a la ubicación de unos vertederos donde se va a depositar el escombro producido por las obras. Con el informe aprobado, ahora le toca mover ficha al Ministerio de Fomento, que como primer paso lo debe sacar a licitación ajustándose a las nuevas indicaciones medioambientales.

No obstante, el retraso acumulado en este tramo hace prácticamente imposible que su construcción llegue a tiempo para 2018, año en el que según los plazos oficiales entraría en servicio toda la línea de alta velocidad que comunica Galicia con Madrid. En todo caso, la Xunta ha destacado que lo importante es que el servicio ferroviario funcione en alta velocidad ese año, sin importar demasiado si la variante de Taboadela está terminada o todavía continúa en construcción por entonces.

Este tramo es el más retrasado de todo el AVE gallego. De hecho todavía no se ha movido ni una palada de tierra. Ahora, tras del informe de impacto ambiental, Fomento tiene que adaptar su proyecto constructivo a las nuevas condiciones del trazado, licitarlo y adjudicarlo para que puedan comenzar las obras. Este proceso, en todo caso, no estará listo hasta mediados del próximo año.

Medio Ambiente emitió su primera declaración del tramo en diciembre del año 2011, pero Fomento modificó el proyecto inicial por el que el AVE entra en la ciudad de Ourense y fue necesario definir una nueva ubicación y el tamaño de los vertededores a donde irían a parar la tierra y las rocas sacadas de los túneles previstos en el tramo. Estos depósitos se encontraron con una fuerte contestación social y política y con una avalancha de alegaciones en contra, que obligó a realizar una nueva evaluación de impacto ambiental, que es la que precisamente ayer se publicó en el Boletín Oficial del Estado, y que recoge la construcción de un nuevo vertedero de uso preferente.

Si para el año 2018 la variante de Taboadela no estuviera terminada, el tren podría utilizar temporalmente la línea actual, si bien su uso quedaría limitado a una velocidad mucho más lenta.

En el resto de la línea de alta velocidad Galicia-Madrid, todos los tramos está en obras y tan solo faltan por acabar dos túneles de los trece de que dispone el trayecto. La ejecución total de los trabajos ronda el 65%.