La desafección política no es cosa solo de la calle. En las élites económicas cala la idea de que el panorama actual, con dos elecciones generales a las espaldas en menos de un año y 300 días ya de gobierno en funciones, no merecen, precisamente, un aplauso. Los responsables de las empresas familiares valoran la situación con un 1,73 en una horquilla posible de puntuación que va de 0 a 9.

La preocupación por la incertidumbre en la gestión del país es, sin duda, una de las ideas más relevantes de la encuesta en tiempo real realizada ayer durante la primera jornada del XIX Congreso Nacional de la Empresa Familiar en A Coruña. En la cita del pasado año, la nota fue de un 2,08. En 2014, la nota fue de 1,08. Los empresarios demanda estaabilidad.

Las compañías son más optimistas respecto a la economía, a la que valoran con un 5,31, muy por encima del suspenso del pasado 2015 (4,26) y la mejor puntuación desde 2008.

A la cabeza de los factores que podrían redundar en una mejora del negocio está la flexibilidad y eficiencia del mercado de trabajo, la mejora de la calidad del capital humano, la eliminación de barreras regulatorias y una fiscalidad "moderada".

Casi siete de cada diez compañías reconocen contactos para fusiones o alianzas y el 82% prevé que la economía dejará a corto y medio plazo "un moderado aumento de actividad y limitada creación neta de empleo".