Oscar Barros es uno de los vecinos del barrio de A Cruz en Cumiar y vivió una de las experiencias más sobrecogedoras de su vida: Se quedó solo en su casa, que estuvo totalmente rodeada por el fuego y el humo para evitar que ardiese.

Sin luz, sin batería en el móvil, a este vecino de Ponteareas le salvó el coraje, en el momento en que los medios de extinción creían que perdida de su vivienda era cuestión de horas al estar localizada en una de las zonas donde el fuego entró con especial virulencia.

Cuando vio acercarse las llamas acababa de duchar a sus hijos, Xoel y Noé, de 2 y 1 año. "Cuando vimos que el fuego se acercaba una familia amiga se los llevó para Mondariz, tal y como estaban, a toda prisa", asegura.

Después comenzó el trabajo de enfriado de la zona, tirando de la manguera y subiéndose al tejado. Al poco las llamas ya estaban muy cerca. "Al principio todo bien, los peores momentos los pasé cuando me quedé sin batería en el móvil y ya no había luz, el humo me rodeaba y el fuego a través del humo creaba un ambiente de pánico", afirma. Nos relata lo ocurrido tras ducharse, pero los ojos ensangrentados delatan su larga noche. "Moje una camisa y me cubrí la cara".

Alrededor de los 3 de la madrugada una unidad del Ejercito que colabora en las tareas de vigilancia le pidió que abandonase la vivienda. "Me dijeron que las posibilidades de que la vivienda se salvase eran muy pocas, y me realizaron varias advertencias, pero me quedé". Lo último que le dijeron los soldados fue que avisarían a la Guardia Civil para que le detuviesen y se marcharon. "Al poco los caminos quedaron cortados, no se podía pasar... Viéndome solo, rodeado de fuego, sin luz, sin teléfono.... Creo que entonces sentí miedo, pero me decía a mi mismo, quiero que mis hijos y mi mujer vuelvan a su casa". A su esposa le prohibieron el paso "y preferí que no estuviera en esos momentos", dijo.