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Calendario escolar

Educación rechaza cambiar el calendario escolar

Los padres están abiertos a modificar el período lectivo pero siempre con su aprobación

Adolescentes salen de clase en un instituto de Vigo. // Marta G. Brea

Al ritmo de un bimestre de clases y una semana de vacaciones, aunque sin cambiar el total de días lectivos del curso. Así modificó Cantabria el calendario escolar. Su Ejecutivo defiende unos "ajustes" que, afirma, buscan una "racionalización", mientras los padres critican que no se les consultase y se preguntan cómo van a poder conciliar cuando los niños estén fuera de las aulas, cuestión que también preocupa a sus homólogos gallegos. El modelo, no obstante, no convence a la Xunta. La Consellería de Educación descarta emular a los cántabros y defiende que Galicia cuenta con un calendario escolar "estable desde hace años" que "suscita un amplio consenso dentro de toda la comunidad educativa".

Según explican desde el departamento dirigido por Román Rodríguez, no está sobre la mesa el plantearse abordar cambios que, además, no se piden. "A día de hoy", dicen, "la sociedad gallega no demanda ningún cambio". Lo que aclaran es que, si hubiera que plantearse en el futuro un cambio, la propuesta deberá ser "ampliamente consensuada por la comunidad educativa".

De consenso hablan también las asociaciones de padres gallegas de la pública y de la concertada, que apuntan a que el tema es de calado y que pasa, sí o sí, por contar con ellos. Porque para Confapa, una de las agrupaciones de anpas de la pública, y para Congapa, que reúne a progenitores de la concertada, cómo se reparten los días lectivos y los descansos está muy vinculado a la conciliación familiar y laboral.

Así lo señala Helena Gómez, presidenta de Confapa, quien concede que existe en el colectivo una predisposición "positiva" hacia un calendario más "europeo" y que está bien para los alumnos descansar esas semanas, pero que "hay que contar con las familias porque hay un problema de conciliación". De hecho, cree que "antes de abordar una cuestión de este tipo hay que ir a una reforma de más calado, que no incluya solo la escuela, sino que tiene que ver con el mundo laboral de los padres". Se trata, dice, de que los padres "puedan adaptar su horario, que no tengan que contratar a otra persona que se quede con los niños porque los centros estén cerrados". Aunque los centros podrían abrir y realizar actividades complementarias, concede. Además habría que ver, dice, si ese tiempo va a ser "efectivamente" de descanso o "se va a cargar de deberes, porque entonces no vale de nada".

Congapa también pone el pero en la conciliación. Así lo señala su presidenta, María José Mansilla, quien de entrada critica que Cantabria haya dejado fuera de una renovación tan "sustancial" a los padres cuando "lo primero sería hablar con las anpas". A su juicio, el "primer problema" con el que se toparía un cambio en esa línea en Galicia, si la Xunta fuese receptiva, sería la conciliación. "Si ya para los padres supone un gran esfuerzo Semana Santa, verano... cuánto más que cada dos meses los niños tengan una semana. Muchos tendrían problemas", señala, aunque podría haber familias "encantadas". Opina que habría que plantearse un debate "muy amplio entre diferentes administraciones".

Asimismo defiende que, si bien el modelo cántabro se vende como una solución más europea, no tiene por qué "servir" para aquí. "Tenemos que pensar qué es mejor para nuestros hijos aquí", recalca. A su entender, "la mejora de la calidad educativa no va a pasar por una reforma del calendario escolar". Además, ante razones en pro de la reforma cántabra, como que los alumnos estarán más "descansados", se pregunta si de verdad la carga de trabajo será "menor". "No debe ser la única justificación", apostilla, y pide más elementos para decidir llegado el caso.

La Confederación de Anpas Galegas aparta de la porfía la conciliación. Su vicepresidente, Fernando Lacaci, aprueba que el calendario se estructure en períodos "uniformes" donde los períodos de trabajo "sean asumibles y estén compensados por otros de descanso", siempre que sean para eso, se "gradúen" y no estén "condicionados a los festivos religiosos". "Estamos de acuerdo en que se abra el debate y se piense en los niños. Y si se habla de conciliación, la respuesta es simple: a los padres nos da igual conciliar el día 1 que el 7", argumenta. "Los niños tienen vacaciones en Navidad o Semana Santa y tenemos que buscarnos la vida", añade. Por eso insiste en que "se plantee el tema desde el punto de vista de los niños, que es lo que nunca se hizo". "El colegio es el lugar donde los niños van a aprender, no donde se dejan. Que sean los niños los que marquen el ritmo", proclama. Otro imperativo al que alude para decidir es el consenso.

Los educadores también piensan en los estudiantes. Francisco Chas, maestro de Infantil y Primaria en A Coruña y psicopedagogo, sostiene que "la panacea en educación no existe", pero a priori ve con buenos ojos el sistema cántabro porque "parece equilibrar los períodos", ya que ahora los trimestres están descompensados. Si el resultado es que los alumnos lleven los cursos de forma "más relajada" y "llevadera", le da la bienvenida, aunque también apela al consenso y a que los descansos lo sean. En todo caso, piensa que antes de discutir cómo se divide el curso y qué sería lo más pedagógico al respecto habría que empezar por racionalizar horarios y jornadas. "El cansancio de los niños va más por ahí", sostiene. También apunta que "la escuela no es un aparcamiento de niños" y que "poder conciliar implica una racionalización de horarios y una transformación social".

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