Cinco meses después de los últimos comicios generales y a falta de uno para la nueva cita, los partidos tienen una segunda oportunidad para revalidar o medir la confianza que despiertan en los electores. Y también es el momento para hacer cálculos y comprobar cuántos votos harían falta para hacer cambiar de color el último escaño de cada provincia y qué probabilidades habría. Aritméticamente, el cambio más fácil en la comunidad gallega corresponde a la provincia de Pontevedra. Esta circunscripción es la que exige un menor número de papeletas de distintos signo para producir un vuelco. Ciudadanos se quedó a 8.001 votos de arrebatarle el segundo escaño al PSOE. El segundo cambio ya exigiría el doble, pues el PP necesitaría casi 16.500 papeletas más para quitarle a En Marea su escaño en la provincia de Ourense.
Pero aunque solo vayan a pasar seis meses entre unas elecciones y otras, el escenario electoral ya no es el mismo. Los ciudadanos han visto que los partidos no fueron capaces de ponerse de acuerdo para formar gobierno, echándose las culpas mutuamente del fracaso, pero además el censo también se ha modificado, pues se han incorporado nuevos votantes que acaban de cumplir la mayoría de edad y se han ido los que han fallecido. Por tanto, aunque moderada, se ha producido una renovación del censo, una circunstancia que no pasa inadvertida para las formaciones políticas.
Otra novedad, al menos en Galicia, es que el BNG recupera sus siglas en las papeletas. Ahora ya aparecerán. En diciembre la formación nacionalista acudió bajo la fórmula NÓS-Candidatura Galega, lo que fue calificado por el BNG como un error, y llevó a la formación a sufrir una debacle electoral y quedar sin representación en el Congreso. Con respecto a diciembre, Podemos se ha unido a IU en el conjunto de España, pero en Galicia esta fórmula, junto con Anova, ya la habían ensayado hace cinco meses, lo que les dio seis escaños y la convirtió en la segunda fuerza en la comunidad en número de votos.
Con tanto poco espacio de tiempo entre las convocatorias electorales, lo más probable es que se repitan los resultados, pero aún así hay margen -eso sí, escaso- para las sorpresas en los escaños más reñidos, que son el séptimo de Pontevedra y el cuarto de Ourense. En A Coruña y Lugo, va a resultar prácticamente imposible darle la vuelta a los resultados de diciembre.
En Pontevedra, Ciudadanos se quedó a 8.001 votos de quitarle el segundo escaño al PSOE, que fue el último repartido en la provincia. El partido de Albert Rivera obtuvo 51.149 papeletas, que no le sirvieron de nada puesto que se quedó sin representación. En Marea necesitaría 18.600 más, el BNG 33.000 y el PP debería sumar casi 41.000 más. Los populares son quienes lo tendrían más complicado. Para obrar el milagro, tendrían que recuperar todo el apoyo que se fue a Ciudadanos.
En Ourense el cuarto escaño se lo llevó En Marea. En el plano meramente aritmético, de producirse un cambio, el PP es la formación que lo tendría más fácil, puesto que se quedó a 16.415 votos de quitarle el asiento en el Congreso a En Marea. Ciudadanos, por su parte, se quedó a 19.028 votos y el PSOE tendría que sacar casi 24.000 más. A los populares no le llegaría aunque se hiciera con todos los votos que fueron a Ciudadanos bajo la apelación al voto útil, porque las 15.000 papeletas que recibió en diciembre no fueron suficientes para conseguir escaño.
En A Coruña el precio ya es mucho más alto. El partido que estaría más cerca de sumar otro asiento en el Congreso sería En Marea, pero tendría que ganar más de 22.500 votos. Solo así se lo arrebataría a Ciudadanos, única provincia en Galicia donde los de Rivera sacaron representación. El PP necesitaría 28.000 más y el PSOE, 36.000.
En Lugo, se estaría en la misma situación. Ciudadanos tendría que sumar 23.500 papeletas para quitarle el escaño En Marea, pero eso supondría una aumento del 50% en apoyos con respecto a diciembre.
