Al tráfico de la electricidad le ocurre lo mismo que al de los coches. Cuanto más mala sea la carretera, más pequeña, incluso si existe una única vía para unir dos localidades de gran población, más limitaciones existen en la circulación de personas y mercancías. Por esa razón, porque los enlaces con los países vecinos siguen muy lejos de los estándares de capacidad que marcan las autoridades comunitarias, España es todavía una isla energética. El primer gran paso para darle la vuelta a la situación y aprovecharse de la generación que pueden ofrecer el resto de países en caso de apagón aquí o cuando los precios de la luz fuera son más baratos se dio el pasado año gracias a la inauguración del gran tendido hacia Francia que permitió duplicar la cantidad de electricidad intercambiable entre ambos territorios. Toda una hazaña. Un viejo sueño cumplido para el sistema energético español, que perfila otras dos líneas más por los Pirineos y una tercera por el mar desde el País Vasco. La otra pata del refuerzo internacional para el sistema viene de la gran autopista eléctrica entre Galicia y Portugal, prevista inicialmente para el próximo año. La fundamental infraestructura, que permitiría dar salida al gran excedente de electricidad que produce la comunidad, se queda, sin embargo, sin fecha oficial por la polémica social que genera su trazado en el sur de Pontevedra y el norte luso. Los ministerios de Medio Ambiente de los dos Ejecutivo trabajan en la búsqueda de alternativas al diseño propuesto.

Así llevan ya dos años. El proyecto que va desde las localidades gallegas de Beariz y Fontefría hasta Ponte da Lima inició la tramitación en 2013. Unos 60 kilómetros de interconexión que cuentan con una inversión de 54 millones de euros, en los que se incluye la construcción de una subestación que asegurará la cobertura del consumo futuro, a diez años vista, del entorno de Vigo y de Ourense. La oposición vecinal al recorrido, especialmente en el ayuntamiento de Arbo, empujó a Red Eléctrica de España (REE) a analizar posibles variantes. Lo mismo que hizo su homóloga portuguesa, REN, con el descontento en su país. "Es un ejemplo de tramitación amplia, en la que coinciden las voluntades de REE de hacer lo mejor tecnológicamente, con el mayor respeto al medio ambiente y la mayor integración en el territorio", explica Eva Pagán, la nueva directora general de Transporte de la compañía encargada de operar la red en España. Las dos administraciones se están coordinando, "con nuevas consultas" sobre el proyecto y los resultados se acaban de enviar a sus respectivos gobiernos. Alternativas sobre las que REE prefiere "no especular" y que, en todo caso, dependen de las administraciones. Las que tienen la última palabra.

En el mejor de los casos, que una de esas opciones diferentes fuera adelante, al proyecto todavía le esperan la emisión de la Declaración de Impacto Ambiental y la autorización de ejecución, entre otros procesos, antes del arranque de las obras, para las que se necesitan entre 18 y 24 meses. El plazo de 2017, con los dos daños que van de retraso y lo pendiente todavía, está totalmente descartado. Pagán recuerda además que se trata de una infraestructura declarada de interés por Bruselas, "por lo que hace un seguimiento detallado del proyecto". Su relevancia queda definitivamente clara con la presencia en los pactos de la Declaración de Madrid que España, Francia y Portugal firmaron en marzo de 2015 y en la cumbre hispano-lusa celebrada en Baiona en junio.

El otro gran proyecto eléctrico de vital importancia para Galicia, sobre todo por el papel que jugará para evacuar la generación eólica actual y la que podría producirse en el futuro cuando se desbloquee la parálisis del sector por la reforma energética, verá la luz este año. Es el nuevo enlace con Asturias. A la línea entre Boimente -donde existe un importante embotellamiento por los parques de viento conectados- y Pesoz le faltan únicamente los trabajos finales en el tramo asturiano. "Allí llegamos a acuerdos con el 95% de los propietarios de terrenos", contrapone Eva Pagán. En septiembre estará lista después de una inversión de más de 70 millones de euros. En el Principado existe el temor de que una vez en funcionamiento la mayor evacuación de la electricidad de Galicia ponga en riesgo la estabilidad de su red. "No supone en absoluto ningún peligro para ninguno de los dos sistemas", descartaba ayer Miguel Duvison, director general de Operación de REE, en una comparencia con medíos previa a la Junta General de Accionistas de la compañía.

La línea Boimente-Pesoz es el broche final a la mejora de la red eléctrica de Galicia, donde durante el pasado ejercicio se acometió la repotenciación de cuatro líneas secundarias (Castrelo-Pazos de Borbén, Portodemouros-Tibo, Trives-San Esteban y Chantada-Belesar) con el objetivo de darles músculo para aguantar los avances en los grandes tendidos hacia otras comunidades y el futuro cara a Portugal.

Entre estas y los proyectos recogidos por la planificación del Ministerio de Industria hasta 2020, la inversión en Galicia alcanzará unos 308 millones de euros, entre los que destaca los 90 destinados a mejorar la alimentación de Vigo, a través de una nueva subestación en Balaídos para garantizar la demanda industrial.