El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, mantiene un discurso similar al del verano de 2012, cuando guardó silencio sobre un posible adelanto electoral hasta el último momento, en que decidió que la cita con las urnas autonómicas coincidiese con las vascas cinco meses antes de lo previsto. Ahora, la probable repetición de las generales el 26 de junio ante la falta de acuerdo para formar gobierno provoca una nueva disyuntiva, que, de momento, evita aclarar usando condicionales que abrirían la puerta a cualquier decisión. "No tengo ninguna justificación en el día de hoy para variar el calendario electoral, que es finalizar la legislatura conforme a lo previsto", declaró ayer. Como no existe confirmación del 26-J, nada ha cambiado.

El PP suele trabajar con varios escenarios para diseñar diferentes estrategias. Tras el 20-D, en el partido sostenían que habría acuerdo para desalojar a Mariano Rajoy de La Moncloa, algo que ya no se mantiene de forma tan tajante. "Trabajamos con octubre como escenario", confirmaban ayer fuentes populares horas después de que el portavoz parlamentario, Pedro Puy, reiterase el discurso oficial. "Ni a PSOE ni a Podemos les beneficia un adelanto en Madrid, salvo que estos se coaliguen con IU, así que podría haber acuerdo al final", añaden esas voces. Pero, por si acaso, en la formación ya se barruntan pros y contras de hacer coincidir el 26-J gallegas y generales, decisión que Feijóo podría justificar por el ahorro de un segundo dispositivo electoral en tres meses.

El primer escenario que preveían, con un gobierno de izquierdas peleado entre sí en Moncloa, contra el que esgrimir su "estabilidad" y una Xunta a pleno rendimiento de mensajes positivos, parece que no va a producirse porque PSOE, Podemos y Ciudadanos no acaban de entenderse.

Feijóo reiteró ayer que Rajoy buscará evitar la inédita repetición de las generales ofreciendo de nuevo un pacto al socialista Pedro Sánchez que sabe que no va a aceptar. Así que el escenario del 26-J también se ha puesto sobre la mesa. "Para nosotros el mejor escenario sería votar mañana", comenta un dirigente del PP sobre el precario estado de una oposición sin candidatos, pero existen más condicionantes. En primer lugar, la comunidad perdería su espacio propio, anulando una de las características constitucionales de las nacionalidades históricas y además "el mensaje podría quedar difuso", explican desde la sala de máquinas del PP.

Al mismo tiempo, el mayor activo del partido, según han jaleado sus integrantes en las últimas semanas, pasa por Feijóo, pero este perdería foco si la cita coincide con unas segundas generales. Ahí, la marca de la gaviota sería Mariano Rajoy, al que algunas voces en el partido han pedido un paso atrás para ofrecer un cabeza de cartel más renovado y al que ven desgastado. El presidente de la Xunta se ajustó ayer a su guión y reiteró su apoyo a su jefe de filas. "Me parecería un disparate [que no repitiese]. Destituirle por ganar me parecería algo sorprendente", respondió ayer a la prensa usando el símil con el entrenador del Celta, al que no podrían despedir tras ganar en Gijón.

Las cábalas se disparan sobre los beneficiarios del 26-J. "Creo que al PP le vendría bien, pero no tengo claro de dónde va a sacar más votos Ciudadanos", comentan fuentes del partido de la gaviota, dando por sentada la pérdida de apoyos de PSOE y Podemos.

Un retraso permitiría mantener el mensaje de "estabilidad" en un momento donde el PP ha recuperado cierto optimismo perdido tras el 20-D. Feijóo ya dejó claro ayer que lograr una mayoría absoluta por 38 escaños -tiene 41 en la actualidad- ya sería algo "excepcional" sin comparación en otras comunidades.

La oposición no se cree el mensaje oficial popular, pues sostienen que tomará la decisión que mejor se ajuste a sus necesidades. Y trabajan ya como si el adelanto fuese una opción más que probable.

El número 2 de AGE, Antón Sánchez, pidió ayer otra vez una llamada a las urnas ante el "agotamiento" de la legislatura, lanzando un mensaje de competencia con el PP por ser primera fuerza. Además, sostuvo que existe tiempo para preparar una candidatura cohesionada del espacio rupturista, a pesar de carecer todavía de candidato y del choque sobre la fórmula de concurrencia entre los integrantes de En Marea.

Este espacio tendrá un problema mayúsculo de producirse el 26-J, pues la conversión en partido instrumental de esa alianza fraccionaría la presencia de Podemos en el Congreso. Sus impulsores creen que llegarán a un acuerdo y que Feijóo está "derrotado" por el tirón electoral de su marca y el desgate de recortes y corrupción populares, aunque otras voces reconocen que "el PP es mucho PP" y que crisis locales como la del bipartito de Ferrol añaden munición extra. "Feijóo no está tan muerto", dice algún cargo. Por eso, advierten a los socialistas para no emular el probable fracaso de Madrid.

En el PSdeG, mientras tanto, sus dirigentes admiten sin tapujos una deriva que "irá a peor". En unos días lanzarán el calendario de primarias, sin ofrecer un cabeza de cartel de momento con ganas de tomar el timón. El fracaso de Pedro Sánchez, cuya presidencia sería un viento a favor en sus velas, añadiría zozobra a su rumbo.

Mientras tanto, el BNG trata de rearmarse recuperando su marca electoral tras el fiasco del 20-D y con la máxima aspiración de mantener el grupo en un Parlamento donde está por ver si pueden entrar Ciudadanos o incluso Democracia Ourensana. Los votos que reste el partido naranja al PP, si no logra escaño para ser posible socio, podrían salir del zurrón de Feijóo.