Alberto Núñez Feijóo activó ayer la maquinaria electoral del PPdeG al anunciar que optará a liderar el partido en el congreso autonómico de los días 7 y 8 de mayo y que será su candidato, por tercera ocasión, en las autonómicas que se celebrarán a finales de año, probablemente octubre. Su anuncio ante la plana mayor de su partido, que FARO adelantó el pasado viernes, estuvo marcado por la reivindicación de su compromiso con la política gallega y la convicción de que, a pesar del desgaste de las siglas populares tras los serios reveses de las municipales y las generales, confía en reeditar su mayoría absoluta, incidiendo en la renovación. "Siempre que pude elegir, elegí Galicia", proclamó en alusión al salto a la política madrileña, descartado por ahora, o probar suerte en la iniciativa privada, disyuntiva que se planteó como alternativa a su puesto actual, según confesó él mismo. "Podemos volver a ganar", exhortó a los suyos, que no contemplaban otra decisión que su candidatura.

El escenario escogido por Feijóo para activar de facto la precampaña en Galicia fue el hotel donde hace una década lanzó su candidatura para tratar de recuperar la Xunta frente al bipartito, la primera de sus victorias, que revalidó en 2012 ampliando su mayoría absoluta. El presidente de la Xunta justificó ante la junta directiva del PP sus meses de dudas sobre su continuidad por el descrédito en que ha entrado la política, aunque no citó como causas de esa situación la corrupción o los recortes, sino que deslizó que los culpables son los partidos emergentes que hacen tabla rasa de la clase dirigente sin distinguir el grano de la paja. "La auténtica política es buscar soluciones a los problemas. Es en la que creo", sostuvo para diferenciarse.

La nueva política, reconoció tras su discurso, le disgusta. "Estamos en un momento político en el que no hay muchas buenas noticias y sobre todo hay una actitud que no comparto", confesó. Ante los suyos, rechazó esa praxis. "Parece que es necesario odiar al adversario, ser rencoroso con quien piensa diferente, ponerse barreas y establecer vetos personales", espetó en alusión a la negativa de todas las fuerzas en el Congreso a permitir la investidura como presidente del Gobierno de Mariano Rajoy, a pesar de haber encabezado la lista más votada el pasado 20-N.

Pero también matizó que sus dudas, que arrastró desde julio pasado, no dependían de las dificultades actuales de sus siglas, que solo gobiernan una de las siete ciudades y una de las cuatro diputaciones, aunque sufrir una derrota en las próximas autonómicas constituye un riesgo de manchar su, de momento, impoluta hoja de resultados electorales. "Si alguno pensaba que iba a hacer lo me convenía o que mi decisión dependía de resultados electorales, aquí estoy", proclamó tras un período de misterio alimentado por él mismo. "No tomé la decisión más cómoda", añadió el dirigente de Os Peares.

También se refirió a su salto a la política madrileña, lo que considera un estigma en privado. "Si alguno pensaba que tenía la cabeza en otro sitio, no solo tengo Galicia en la cabeza, sino también en el corazón", añadió en un discurso de 50 minutos, cuya duración provocó incluso que ironizase con su parecido a las prolongadas intervenciones de Manuel Fraga, su antecesor al frente los populares. No se quedó ahí. "Aquí estuve, aquí estoy y aquí estaré", prometió, en otro velado mensaje sobre su salto a la meseta. "Nada de lo que haya hecho o haga después será comparable a la mayor honra de mi vida, que es presidir Galicia", sumó.

La decisión de Feijóo, que conocía Mariano Rajoy desde hace días como deslizó esta semana, se produce ante la aclamación de sus compañeros de partidos, deseosos de que el que consideran su mayor activo no se marchase en el peor momento para su marca, a tenor de los resultados de las municipales y de las pasadas generales y del riesgo de que Rajoy no pueda continuar al frente del Gobierno. En su intervención, anticipó que ha tomado nota de esos toques de atención de las urnas y que incidirá en la "renovación" iniciada tras los comicios locales y que tuvo su corolario en la crisis de gobierno de octubre. "Pediré vuestro apoyo para un partido que no debe permanecer inmóvil", advirtió.

El congreso autonómico será el siguiente paso en esa línea, con la elección de nueva cúpula y número 2 en lugar de Alfonso Rueda, que deja el puesto para centrarse en la Presidencia provincial de Pontevedra con la tarea de revitalizar los apoyos electorales en una provincia que el PP considera clave. Vigo está marcado en rojo en su cuaderno de tareas.

Feijóo ya declaró en numerosas ocasiones que el escenario actual no resulta más arriesgado para el PP que el de 2009 o 2012 y ayer insistió en esa idea, al tiempo que hizo balance de una Galicia que crece cumpliendo el límite de déficit y sin necesidad de aplicar nuevos recortes, palabra que no usó en su discurso. "Fuimos portadores de malas noticias [...] obligados por las circunstancias", reconoció antes de anuncia que toca una fase expansiva, con mayor capacidad de gasto que, previsiblemente, se plasmará de inmediato para mostrar antes de las elecciones el giro social anunciado en octubre cuando cambió a su equipo en la Xunta. "Dijimos muchas veces que no [...] para poder decir ahora que sí", justificó en alusión a una Galicia de la que destacó su reducción del paro, menor dependencia de la deuda que otras autonomías -aunque se ha triplicado desde su llegada en 2009- y que creció el 3,2% el año pasado.

Desde su llegada a San Caetano como presidente, la corrupción ha manchado las siglas del PP, así como las de otras formaciones, y la oposición le ha arrebatado algunas importantes plazas del poder local en Galicia. Por ello, Feijóo advirtió a los suyos de que la tarea de repetir mayoría absoluta, pues sin ella una alianza de izquierdas lo expulsaría de San Caetano, exige "un mayor nivel de exigencia". "El listón está más alto y nuestro rendimiento debe ser más alto", insistió. "No será fácil obtener una confianza como la que ya no hay en el resto de España", indicó antes de reivindicarse como única mayoría absoluta actual.

El líder popular, que recibió felicitaciones y muestras de cariño de los suyos en un acto donde la nota anecdótica la puso un apagón de unos minutos, no se olvidó de la autocrítica y explicó que se presenta de nuevo para continuar con su trabajo y "por los errores que aún hay que corregir", por los "retos que quedan por superar" y por seguir atendiendo a las víctimas de la crisis que ya ha dado por superada. "No estoy en política ni para acomodarme ni para lucirme", dijo.

De momento, dejó constancia de su agradecimiento al trabajo y paso atrás de presidentes provinciales salientes como Rafael Louzán, Carlos Negreira o Xosé Manuel Barreiro y a Rueda por aceptar la tarea de recuperar electoralmente Pontevedra. Y pidió a los suyos ponerse las pilas, como hará él. "No seré un candidato sin defectos, porque tengo mi modo de ser, pensar y hacer, mi trayectoria y carácter. Para lo bueno y para lo malo, soy Alberto Núñez Feijóo y no lo puedo remediar", terció.

También descartó un adelanto electoral. "No sabemos lo que pasará en España, pero los gallegos tendrán un gobierno estable hasta el último día", proclamó. Luego ante los medios, Rueda aseguró que los comicios "tocan" en octubre, pero matizó que existen circunstancias "ajenas" que podrían afectar al calendario.

La alusión de Feijóo al escenario estatal no fue la única, pues apostó por Rajoy como presidente de Gobierno -"es la mejor opción", dijo- y destacó el papel "leal" con Galicia de la ministra de Fomento en funciones, Ana Pastor. Alertó del riesgo de que España "quede en manos de la arrogancia de quien da lecciones y nunca hicieron nada".

"Estoy en política porque creo en Mariano Rajoy", sostuvo durante una intervención que fue interrumpida en varias ocasiones por los aplausos de los suyos.

Como reto se marca ahora engrasar su maquinaria electoral y explicar las políticas de la Xunta durante los meses que quedan hasta los comicios a la expectativa de si se repiten las generales o un gobierno "de cambio" aparta a Rajoy de Moncloa. En Galicia, aseguró, el PP es garantía de estabilidad y crecimiento económico. "Este es el partido que necesita", zanjó.