Los resultados electorales deberían ser los que marcan los tiempos y los ritmos de los líderes políticos, pues son los que dan legitimidad y, sobre todo, refuerzan la posición orgánica. Esto ha sucedido con el PP, que goza de estabilidad desde la irrupción de Fraga y el relevo tomado por Feijóo, y el BNG, cuya renovación y también los masivos abandonos estuvieron marcados por las urnas. Los movimientos en estos dos partidos han estado sujetos a la evolución de los votos y a la obtención de cuotas de poder institucional. El PSOE también se ajustó a esta dinámica natural salvo en la historia más reciente, donde la Justicia y las imputaciones se han convertido en el rival más letal de los líderes socialistas. Los jueces, y no sus adversarios políticos, se han encargado de hacer encallar sus carreras o de llevarlas al ostracismo a dos hombres que pilotaron el PSdeG, Pachi Vázquez y José Ramón Gómez Besteiro, y a un tercero que desde Madrid manejaba todo el PSOE y que bien podía acabar su carrera política en Galicia, el lucense José Blanco.

Los tres, figuras muy relevantes en el socialismo gallego del último lustro, han sido marcados por la Justicia, aunque es cierto que a unos más que otros. Y lo mismo que ellos, otros políticos del PSOE, referentes en el ámbito local, también han sido fulminados por los jueces. En ningún otro partido de Galicia, en los que también hay casos de corrupción e investigaciones abiertas, la Justicia ha apuntado tal alto como con el PSdeG, descabezado ahora totalmente y pendiente de encontrar un nuevo timonel a falta de siete meses, como máximo, para la cita con las elecciones autonómicas. De ahí que cargos del partido reclamen celebrar cuanto antes un congreso extraordinario para afrontar la renovación.

El último en caer ha sido el hasta el viernes su secretario xeral, José Ramón Gómez Besteiro. Ni siquiera tuvo oportunidad de medirse en las urnas. Su caída no le llegó tampoco de la mano de los adversarios políticos. La desencadenó la juez Pilar de Lara que en julio del pasado año lo imputó por cuatro delitos. Besteiro intentó aguantar hasta que pudo, aspirando a ser el candidato a la Xunta. Pero hace nueve días sufrió el mazazo definitivo, con otras seis imputaciones más que le llevaron primero a renunciar a competir por la presidencia del Gobierno gallego y después a abandonar la dirección del partido.

Pachi Vázquez dejó la secretaría xeral por los malos resultados de las elecciones autonómicas de 2012. Pero se mantenía en el Parlamento y utilizaba la Cámara como plataforma para proyectarse y, también, como contrapunto al poder de Besteiro en el PSdeG.

Se resistía a caer en el olvido, pero fue la Justicia que la puso fin a su carrera política al procesarlo por el supuesto enchufe de 37 personas en su etapa como alcalde de O Carballiño. El 4 de mayo de 2015 renunció al escaño. Ya fuera del altavoz que supone el Parlamento, Pachi Vázquez recurrió a las redes sociales con asiduidad para cargar contra Besteiro, lanzando críticas hasta el día anterior a la dimisión del secretario xeral. Aún está a la espera de juicio, pero las puertas de las política están cerradas para él.

José Blanco también tuvo que pasar su trance judicial. Tras ser ministro de Fomento y el número dos del PSOE con Zapatero, en 2011 se vio salpicado por la operación Campeón en un proceso que duró dos años y que acabó en el Tribunal Supremo investigado por tráfico de influencias.

Fueron 22 meses que le impidieron desenvolverse con soltura en la política y que le llevaron a abandonar la idea de recalar en Galicia para relevar a Pachi Vázquez. En julio de 2013 el Supremo archivaba su causa y dejó limpio su expediente, pero su carrera ya estaba medio truncada. Decidió retirarse a la segunda fila y encontró acomodo en el Parlamento Europeo, donde ejerce como eurodiputado.

No obstante, se sigue moviendo de puertas adentro valorando la posibilidad de volver al frente, si bien con suma discreción. Hace unos meses aún estuvo sondeando, entre los barones del PSdeG, sus opciones de hacerse con la secretaría xeral llevando a Francisco Caamaño como candidato a la Xunta.