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Inventario forestal de la comunidad

Agricultura cifra en 1.100 millones el valor "social" de los montes gallegos

La captura de dióxido de carbono o el control de la erosión suman beneficios que se unen a los tradicionales de producción de madera o alimentos -Pontevedra alcanza los 207 millones

Un ciclista recorre un camino a través de un bosque cercano a Vigo. // Marta G. Brea

El naturalista Antonio Sandoval explicaba esta semana que "cada vez hay más psicólogos y pedagogos que apuntan a la necesidad de que los que vivimos en lugares urbanizados acudamos a presenciar fenómenos naturales porque es bueno, terapéutico". Sus palabras apuntaban a la importancia del entorno natural como benefactor de la calidad de vida, una escala intangible de difícil cuantificación en una sociedad economicista como la actual. Pero a través de algunas técnicas estadísticas, el valor "social" de un bien natural como los bosques gallegos también puede medirse. En concreto, los parajes boscosos gallegos alcanzan un "valor social" de 1.131 millones de euros.

Esta es la conclusión del Cuarto Inventario Forestal de Galicia elaborado por el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, que trata de demostrar la aportación de la naturaleza al bienestar de la sociedad... y de su cartera. Por ejemplo, establece el coste que debería acometer la administración si los bosques no capturasen dióxido de carbono (CO2) y, por tanto, tuviese que adquirir derechos por incumplir los límites de expulsión a la atmósfera de este gas dañino. O el coste de provisión de aguas, cuya energía también permite, a través de las energía hidroeléctrica, evitar la generación mediante métodos más caros y no limpios.

"Es usual que la naturaleza, gracias a su propia dinámica, evite a la sociedad incurrir en determinados gastos. Evaluando los costes que sería necesario asumir en caso de que el medio natural dejase de prestar sus servicios se obtiene su correspondiente valor", explica el citado informe sobre los poco más de dos millones de hectáreas de superficie forestal de Galicia, de las que el 70% está arbolada.

El "valor social" se calcula en función de toda la masa forestal y se trata de una foto fija con una distribución dispar entre las cuatro provincias. El norte presenta las cifras más altas, con 498,6 millones de euros en el caso de A Coruña y 313 en el de Lugo. Por contra, Pontevedra alcanza los 207 millones mientras Ourense se queda apenas en 102,5.

Esta distribución, sin embargo, no se ajusta a la presencia de bosques en cada uno de los territorios, pues A Coruña supera el medio millón de hectáreas por las casi 297.000 de Pontevedra, cifras que se sitúan detrás de las provincias del interior. Lugo se sitúa como el espacio con mayor superficie forestal con 656.842 hectáreas, seguida de las 575.264 de Ourense, de acuerdo con las estadísticas del citado inventario elaborado en 2012.

En su análisis económico se computa la producción de alimentos para el ganado que genera el monte, así como la materia prima de madera, la provisión de agua, el uso recreativo a través de parques y demás, la caza, el control de la erosión -impide que lleguen sedimentos masivos a los embalses, ahorrando, por tanto, su limpieza- y la captura de carbono. Este último aspecto es el que mayor aportación de valor realiza, con casi 497 millones -si bien el cálculo de realiza teniendo en cuenta el coste de unos derechos de emisión, cuya cuantía fluctúa-, seguidos de los 331 de provisión de agua y los 219 de producción de alimentos y materias primas. La conservación de biodiversidad aportaría 29,6; por 49 del control de erosión y cifras mínimas de 3 millones en servicios recreativos o 1,1 en caza.

Eduardo Corbelle, profesor de Ingeniería Agroforestal del Laboratorio do Territorio de la Universidade de Santiago, explica que la fotografía del valor de los montes siempre genera controversia por los métodos aplicados, pero sirve para "transmitir que se trata de una realidad muy compleja" y que es necesario "huir de posiciones simplistas", pues la relación con el monte determina nuestra economía y bienestar de forma más indirecta de lo que a veces se piensa. "En general vivimos en una sociedad con muchos clichés, que es urbana y percibe el monte como algo lejano, que no depende de él. Y convive con otra visión más idealizada que tampoco se ajusta. Las técnicas de monetarización manifiestan esa complejidad de la que hablamos", comenta.

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