Contra pronóstico, Alberto Núñez Feijóo, con Alfonso Rueda de lugarteniente, fue capaz de pacificar el PP desde su llegada al liderazgo del partido en 2006 tras la derrota ante el bipartito. Jubiló a parte de la vieja guardia y con una agresiva campaña a la que se unieron fallos de la alianza PSdeG-BNG recuperó el poder en 2009, momento a partir del cual su ciclo político comenzó a ascender... hasta el año pasado, cuando las municipales supusieron un duro golpe tras el cual anunció una renovación que ahora ha alcanzado a tres de las cuatro baronías provinciales. Le seguirán previsiblemente los relevos municipales en los escenarios de peor resultado electoral, aunque todo queda a expensas de que Feijóo revele su futuro en el congreso autonómico de abril.

Las municipales del año pasado marcaron un punto de inflexión en el PP, que perdió la histórica diputación de Pontevedra liderada por Rafael Louzán, además de tres ciudades y el poder provincial de A Coruña. Los malos resultados también afectaron a Vigo, donde cosechó una caída histórica.

Feijóo activó entonces un proceso para cambiar "políticas, actitudes y caras" que ha seguido unas fases medidas hasta concretar ahora el relevo de Louzán (Pontevedra), Carlos Negreira (A Coruña) y Xosé Manuel Barreiro (Lugo), si bien la línea continuista queda blindada al ser relevados en las dos primeras por Rueda y Diego Calvo, ambos claros exponentes del feijooísmo. Mientras Baltar mantiene el cetro ourensano, Lugo aparece el único feudo donde podría haber batalla, aunque Candia parte con ventaja gracias a la plataforma de la diputación y al apoyo de Barreiro.

El primer gesto hacia la población fue la designación de un grupo de nuevas caras, la mayor parte rondando los 40 años, para lanzar una ponencia política que refrescase el partido, liderada por José Manuel Rey, uno de los nuevos rostros pujantes que perdió el poder por un edil frente a una alianza de una marea y PSdeG en Ferrol.

De hecho, fue nombrado conselleiro mientras Diego Calvo, que será el barón provincial, regresaba a la delegación de la Xunta tras perder también la diputación.

Las generales se acercaban y Feijóo lanzó otro giro típico en su modus operandi y que revela que las decisiones más importantes las consulta principalmente con la almohada. En octubre anunció por sorpresa y un domingo una crisis de gobierno, al que accedieron Rey y Ángeles Vázquez, otra de las jóvenes del grupo encargado de la ponencia. Y recuperó a Jesús Almuiña para Sanidade, expulsando así del gobierno a Rocío Mosquera, titular del departamento que aglutinaba quejas a propósito de la puesta en marcha del hospital de Vigo.

El PP obtuvo en las generales uno de sus peores resultados, que mostraron que la mayoría absoluta se encuentra en peligro. Aunque la incógnita de Feijóo se mantiene, el proceso de renovación afectará ahora a las agrupaciones locales. Pontevedra, por ejemplo cuenta con un problema en las ciudades, pero el año pasado se dejó 19 alcaldías en total, mientras en A Coruña tampoco cató poder urbano. Ese será el siguiente escalón de cambios internos.