-Desde 1997 ha vivido muchos momentos. ¿Con cuáles se queda?.

-El día que debuté en la tribuna del Parlamento y el desvanecimiento de Fraga. Fue un momento de una tensión terrible. Los periodistas pensabais que no salía de allí.

-A Fraga lo retó con la rebelión del piso, cuando usted y otros cuadro diputados de Ourense, entre ellos Baltar hijo, amenazaron con dejar en peligro la mayoría del PP por su pulso con Cuíña...

-Fue un momento de tensión, pero Fraga tenía una capacidad de negociación extraordinaria y todo quedó claro. Se dijo que estuvimos encerrados tres días. Yo estuve por la calle y tomando una caña con periodistas en Ourense.

-¿Qué ha cambiado en el PP?

-La etapa de Fraga está marcada por la integración de Centristas de Galicia y otras sensibilidades más galleguistas que la AP original. Y fue perfecta. Ahora estamos en una etapa con gente muy preparada. Se profesionalizó bastante. Por ejemplo, Baltar vello no manejaba agenda ni ordenador, pero tenía espontaneidad y con resultados espectaculares. José Manuel Baltar maneja la informática, habla cuatro idiomas... y el resultado es igual: éxito electoral.

-El primero fue condenado por enchufismo...

-No me agradó. Le tengo mucho aprecio, soy baltarista y entré en política por él. No merecía su final. Es un hombre generoso que hizo mucho por la gente. Siendo director del hospital, me llamaba a diario para preguntarme por enfermos.

-Su hijo también tiene problemas judiciales por la acusación de ofrecer trabajo a cambio de sexo.

-Hablo de sus políticas, pero esa situación es personal.