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Mafo dispara a la injerencia de la Xunta

El exgobernador reprocha en su nuevo libro "la ocupación" de las cajas por los partidos y el recurso en el Constitucional de la Xunta a los cambios del FROB que pactó incluso Rajoy

Ordóñez, en la presentación de un libro en 2011. // Gustavo Cuevas

A Miguel Ángel Fernández Ordóñez le colgaron el papel de malo en la grave crisis económica que todavía colea. No son pocos, ni precisamente de un perfil político discreto, los que acusan al anterior gobernador del Banco de España de ganarse a pulso un protagonismo -la cúpula del PP descargó en sus manos toda la responsabilidad sobre el pinchazo de Bankia-, que él aligeró ya desde su discurso de despedida con el reconocimiento de posibles errores por parte de la institución, aunque siempre con la defensa de que las decisiones se tomaron con "criterios profesionales". "Quizás haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones", decía José Luis Borges en una cita que Mafo recupera ahora como encabezado de su libro Economistas, políticos y otros animales. Una respuesta, asegura, a la incógnita de por qué en este país se escoge siempre hacer "lo menos razonable"; y, a la vez, un ajuste de cuentas indisimulado contra todas esas críticas que arrastra, incluida la que insistentemente llegó desde la Xunta por el culebrón de la fracasada fusión de las cajas de ahorro.

El exgobernador dedica uno de los capítulos de su obra a los "falsos remedios". "Son aquellos que parecen preocuparse de incorporar el mejor conocimiento sobre los problemas por resolver, pero que, en el mejor de los casos, no sirven para nada", zanja. La irónica reflexión le vale para advertir además del error en la no diferenciación entre "aprender y copiar" para buscar soluciones, ante la proclama que en su momento lanzaron "algunos comentaristas" de que los problemas de la banca española se hubieran solucionado con "la nacionalización inmediata de entidades" como ocurrió en Estados Unidos. "Un lamentable error", les achaca Mafo, que recuerda que esas propuestas se hicieron "mucho tiempo después" del arranque del problema financiero en España. Pero "dada la indiscutible calidad académica" de algunos de "esos críticos tardíos", el exgobernador quiso preguntar por esa opción a los que le acompañaron al frente de la división de Supervisión del organismo.

La respuesta, dice, fue "doble". La política por un lado. Que ni el Gobierno, entonces el PSOE, ni el PP lo habrían aceptado, lo que de por sí sería "suficiente" para "explicar por qué no se aplicó dicha política" aunque el Banco de España propusiera las nacionalizaciones. Como ejemplo de cuál era "la actitud de los políticos" frente a las cajas en aquella época, el exgobernador rememora el acuerdo entre socialistas y populares para que la ley que impulsó el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) "diera solo unos mínimos poderes al Banco de España en las cajas intervenidas".

Miguel Ángel Fernández Ordóñez no ahorra intensidad en el relato sobre la actitud de algunos ejecutivos regionales, como la Xunta. "A pesar de esta actitud tan respetuosa con sus competencia, las comunidades de Galicia y Madrid, gobernadas por los barones territoriales del PP, y las de Andalucía y Cataluña, por los del PSOE, ¡recurrieron ante el Tribunal Constitucional estos tímidos cambios acordados por Zapatero y Rajoy!", exclama.

A las injerencias políticas suma la respuesta puramente técnica. Que el problema de las entidades financieras españolas "no era en absoluto el mismo que en Estados Unidos". Allí el Gobierno se encontró el "derrumbe súbito" de los balances por el desplome de los precios de unos activos que cotizaban. El carácter tóxico afloró "instantáneamente". "Pero la toxicidad en España era muy diferente, era una toxicidad de reacción diferida, la de unos activos inmobiliarios no cotizados en el mercado cuyo valor iría descendiendo en función de la evolución de la economía", resume.

En el resto de razones que no justificaban la nacionalización en masa se incluye la duda sobre si el control público en los bancos "habría servido para acometer la reconversión necesaria del sector". "De hecho, las cajas de ahorros ya eran "públicas" y muchas de ellas no fueron ejemplos de buena gestión, sino todo lo contrario", apunta.

No es la única vez en el libro que el exgobernador pone sobre la mesa la polémica gestión de las cajas. Su politización. De hecho, él mantiene que la crisis de las entidades de ahorro "sí ha tenido que ver con políticas españolas". "En concreto, España tenía una legislación específica que fue aprovechada por los partidos para ocupar y controlar las cajas nombrando a gestores incompetentes o sumisos al poder político, que prohibía el recurso al mercado para capitalizarlas o que daba a las comunidades autónomas el poder de impedir las integraciones más eficientes y de menos coste para el contribuyente", reprocha.

En esos matrimonios abocados al divorcio situó siempre Fernández Ordóñez la unión de Caixanova y Caixa Galicia, sobre la que hay una referencia implícita, pero contundente, en el discurso de apertura del XIX Encuentro del Sector Financiero organizado por Deloitte y ABC el 10 de abril de 2012 y que el exgobernador incluye íntegramente en el libro. Aquel día, en el tiempo de descuento del cargo, Mafo fue especialmente claro en su reivindicación de la labor del equipo de supervisión y de la estrategia "que le obligaba a buscar prioritariamente" soluciones sin dinero público, "lo cual exige convencer" y "más tiempo" que si tienes recursos a tu disposición. Esta "exigencia", sin embargo, no explica "del todo", según Fernández Ordóñez, "la enorme carga de trabajo" en esos años para el organismo. Al mantener sin grandes cambios "el peculiar esquema jurídico de las cajas, y en especial la gobernanza", eso provocó "negociaciones complejísimas entre las partes implicadas [...] con intereses muy distintos de los que rigen en cualquier sociedad mercantil".

El exgobernador nombró, entre otros, a sindicatos, gestores y comunidades autónomas, sobre las que recaía la potestad de vetar fusiones. "Y aunque la constancia y la habilidad de la Supervisión consiguió convencer a la mayoría de las comunidades de la inevitabilidad de hacer fusiones con cajas de otros territorios -continuó-, es conocido algún caso en que se frustraron alternativas interregionales más sólidas y se tuvieron que aceptar unas fusiones que, si bien eran viables en el escenario previsto entonces para la economía española y además evitaban intervenciones más costosas para el contribuyente, eran claramente peores que las fusiones sugeridas por el supervisor". La descripción encaja como un guante en todo lo que el Banco de España dijo de Caixanova y Caixa Galicia y la disputa abierta con la Xunta. El presidente, Alberto Núñez Feijóo, anunció públicamente que cualquier otra alternativa a una unión entre ellas se encontraría con el bloque rotundo por su parte.

Por si quedaba alguna duda, Economistas, políticos y otros animales, publicado por Ediciones Península, incorpora el enlace a las declaraciones remitidas por Miguel Ángel Fernández Ordóñez en el verano de 2013 a la comisión de las cajas en el Parlamento gallego. A diferencia de la investigación abierta en las Cortes valencianas, a la que acudió personalmente, en este caso esquivó su presencia y optó por remitir las respuestas a un cuestionario confeccionado por los diputados y una segunda tanda de argumentos para completar las dudas. Mafo hizo hincapié en los informes de inspección publicados en exclusiva por FARO que alertaban de la inviabilidad de Caixa Galicia, con una "necesidad perentoria" de fusionarse. Los "desequilibrios" en Caixanova eran también conocidos, aunque "no se habían producido de forma tan súbita" y contaba con mejores ratios que la media del sector y resultados "recurrentes".

La "insistencia y bloqueo" de la Xunta torpedeó "cualquier opción no gallega" ante la "insistencia permanente" del Banco de España" por un camino "más seguro y mucho menos arriesgado". El exgobernador tuvo incluso que corregir los datos remitidos por la Xunta sobre el supuesto incremento del lastre del ladrillo en Caixanova, "notoriamente inferior" al 37% que aseguraban en San Caetano, y achacó la caída de la entidad al deterioro económico y a que no se cumplió con la dieta de las desinversiones.

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