Miguel Santalices podría ser definido como el diputado ourensano que "siempre estuvo ahí". Corría 1997 cuando este baltarista fiel, médico de profesión, accedió a la Cámara autonómica por primera y a cuya presidencia llega ahora con unos meses solo por delante para ejercer de máxima institución de la comunidad tras la salida de Pilar Rojo. Desde entonces, su presencia, siempre en segundo plano, se ha mantenido en momentos clave de la política gallega, como el desvanecimiento que sufrió Manuel Fraga a finales de 2004 tras hora y media de discurso. Tres médicos en la sala se levantaron raudos para ayudarlo: uno era conselleiro de Sanidade, otro un diputado socialista y el tercero, Santalices. Un año antes, formaba parte del grupo de diputados ourensanos con que Xosé Luís Baltar amenazó a Fraga -sin sus votos perdía la mayoría absoluta- en la lucha sucesoria de la que salió derrotado su aliado Xosé Cuíña.

Nacido en Bande en 1955, Santalices es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidade de Santiago y acumula casi 19 años en el pazo do Hórreo, donde ha ejercido de vicepresidente de la Mesa desde 2009, tras un breve paso por ese puesto en 2000 para relevar a Celso Delgado.

Ha ejercido y ejerce de portavoz de sanidad del grupo de los populares y su verbo nunca ha dejado indiferente a sus adversarios, mostrando más contundencia que Pilar Rojo cuando tuvo que sustituirla como árbitro en una legislatura que vivió momentos tensos no solo por el debate político, sino por la irrupción de protestas de colectivos damnificados por la crisis, como marineros o estafados por las preferentes.

Dueño de una amplia y variada colección de arte gallego y cercano en el trato cotidiano, es uno de los rostros más veteranos de la Cámara. Además, según la declaración de bienes presentada al inicio de la legislatura, el dirigente se sitúa como el tercer diptuado más pudiente, por detrás de los también populares Javier Guerra y Pedro Arias. Cuenta, según la documentación parlamentaria, con 290.000 euros en fondos de inversiones, 42.000 en otro de pensiones y 102.000 en una cuenta corriente.

Su papel en la recta final de la legislatura será clave en la vida de la Cámara, pues se prevé un aumento de tensión a medida que se acerque la cita con las urnas.