El Tribunal Supremo aprecia "grave imprudencia" por parte del capitán del Prestige al asumir una travesía "en un momento en el que lo previsible, cuando no seguro, es que hubiera de enfrentarse a condiciones meteorológicas adversas". El Alto Tribunal también advierte de que el marino griego navegó "con un barco envejecido y con deficiencias operativas que conocía perfectamente".

La sobrecarga del buque, con 2.000 toneladas de fuel más de las permitidas, colocó al viejo petrolero, de más de 20 años de antigüedad, en "en una situación en la que no podía garantizar la seguridad del barco ante un fuerte contratiempo". Mangouras, según el Alto Tribunal, "asumió no solo una navegación arriesgada, sino que creó un grave riesgo en relación con el carácter altamente contaminante" del fuel que transportaba. Su comportamiento "elusivo" a la hora de "desatender las órdenes de la Autoridad Marítima Española", recoge el auto, "también contribuyó a incrementar el riesgo del vertido. "El barco sin gobierno derivaba hacia la costa y cualquier demora en su control incrementaba las posibilidades de contaminación", concluye el Alto Tribunal.

Con la condena por delito medioambiental, el Supremo abre la vía para reclamar a las administraciones que adelantaron las indemnizaciones y a los afectados que aún no cobraron el pago de los daños a la propietaria y a la aseguradora. El Estado español valoró sus propios gastos en casi mil millones de euros.