El cierre del grifo del crédito durante los años más duros de la crisis alentó la búsqueda de alternativas de financiación entre las empresas, especialmente para aquellos proyectos de nueva creación. Los que tuvieron más difícil encontrar una oportunidad por la reticencia de los bancos a aventurarse en todo aquello que no fuera un negocio extremadamente seguro. Así, por necesidad, nació el interés por los llamados business angels -inversores que ayudan a los emprendedores a dar ese primer paso- y el también popular crowdfunding -con pequeñas cantidades de los donantes, muy empleado en iniciativas culturales-, que se sumaron a la fórmula del capital riesgo, consolidada ya antes del pinchazo económico como una opción a tener en cuenta en paralelo a los préstamos convencionales. Galicia fue la región con mayor desplome del crédito desde 2010, un 40%, sin que el resto de opciones de financiación despegaran para compensar. La comunidad captó solo el 3,9% del total del capital riesgo movilizado en el conjunto del país durante la doble recesión, pese a que el peso de la economía gallega en España supera el 5%.

La inversión alcanzó 797 millones de euros entre 2007 y 2014, según el informe sobre el capital riesgo que ayer presentó el Foro Económico de Galicia, con destino a 185 compañías que cuentan con 18.690 empleados. No hay una tendencia clara en la evolución de este tipo de financiación en la comunidad, con "un comportamiento muy variable", como remarcan los autores del balance, los investigadores Luis Otero-González y Luis Ignacio Rodríguez Gil, pero sí llama la atención el mínimo registrado en 2014, cuando la inversión solo ascendió a 15,1 millones y la inmensa mayoría se dedicó a ayudar a la expansión de firmas y ni un euro a sacar alguna al mercado. "Además, hay que tener en cuenta que estos datos están distorsionados por la operación de R -señala Otero-González, en referencia a la entrada del fondo CVC en la cablera a partir de 2010- y por la actividad de Sodiga, que realmente rescata empresas en situación de crisis".

La comparación con lo que ocurre en el resto del Estado no deja en mejor lugar a la comunidad. Como ejemplo, el País Vasco, que representa un punto únicamente más en el PIB nacional y duplica la cantidad invertida en Galicia. Hay otras cinco regiones que también multiplican por dos el número de trabajos en empresas con base tecnológica. Algo muy vinculado al capital riesgo, según los investigadores, y al gasto en I+D, en el que Galicia ocupa la posición número 11. "Está demostrado que el apoyo a la innovación eleva la tasa de natalidad de las empresas", advierte Luis Otero-González.

El capital riesgo en Galicia está concentrado en instituciones con sede aquí, y muy pequeñas. El informe identifica ocho, todas coincidentes en que la demanda de financiación a proyectos supera su capacidad para respaldarlos. "Contamos con conocimiento en la selección de iniciativas y eso hay que aprovecharlo", apunta Otero-González. "Se necesita cabeza", apostillaba Manuel Rodríguez, presidente de Rodman y miembro del Foro Económico de Galicia, durante la presentación del análisis. El organismo insta a triplicar los recursos disponibles y reclama blindar el gasto en I+D "al igual que el de la sanidad, la educación o las pensiones". Los investigadores toman como referencia la apuesta de la Xunta por los drones a través de un consorcio público-privado en el aeródromo de Rozas para pedir que se traslade el modelo a otros sectores como las nuevas energías y la nanotectología. Al Gobierno gallego le reclaman también que aumente la inversión a través de Xesgalicia, al igual que los fondos de las universidades Unirisco y Vigo Activo; que Abanca recupere Gescaixa; una mayor implicación de multinacionales españolas que operan en Galicia; e incluso crear un fondo de capital riesgo al amparo del ICO. "Yo conozco caso -añade Alberto Gago, exrector de la Universidad de Vigo y miembro del Foro- de empresas que han tenido que buscar financiación fuera".