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La falta de empleo dispara el número de universitarios gallegos que cursan un máster

- Las universidades pasan de 1.395 alumnos de postgrado en 2008 a superar los 5.500 -Los jóvenes buscan ser más competitivos ante el nuevo mercado y la falta de empleo

Son cuatro veces más en la actualidad los estudiantes de máster en Galicia que ocho años atrás, antes de iniciarse la crisis y cuando el mapa de estudios superiores estaba menos desarrollado y especializado. Si en el curso 2007-2008 las universidades gallegas contaban con 1.395 alumnos inscritos en estudios de postgrado, en 2015 la cifra superó los 5.500 entre las tres instituciones académicas de la comunidad. Las dificultades para encontrar empleo al terminar la carrera, en comparación con épocas anteriores a la crisis en las que la inserción laboral al culminar la titulación elegida era más elevada, contribuyeron a que los jóvenes opten por continuar estudios, al menos dos años más, tras graduarse. También influye la necesidad de especialización en la rama elegida, desde Ingeniería a Humanidades o Ciencias de la Salud, para competir en un mercado más exigente.

El incremento del alumnado de máster coincide en el tiempo con la cuesta abajo en la inscripción en carreras, iniciada en el año 2000 y que tiene, además, una explicación demográfica. En las titulaciones de grado en Galicia se superan los 60.000 estudiantes pero 15 años atrás esta cifra se aproximaba a los 100.000. En el capítulo de los postgrados y desde el curso 2007-2008 suman 4.171 estudiantes más: dos curvas que se cruzan en la evolución en los últimos años, la que marca la inscripción en grados, descendente, y en másteres, ascendente. Y esta tendencia al alza en los estudios de postgrado es común en España. En el mismo periodo analizado en Galicia, con datos del Ministerio de Educación, Andalucía pasó de 4.003 alumnos en 2007-2008 a 16.091 en el actual curso, también cuatro veces más. En el caso de País Vasco avanzó de 1.073 a 5.090 y la Comunidad de Madrid de 7.372 a 28.633. En el conjunto de las universidades presenciales en el país la evolución ha sido muy favorable: pasando de 32.897 estudiantes de máster ocho años atrás a 113.398 en la actualidad.

En Galicia la Administración autonómica aplicó en 2012 un decreto de titulaciones cuyo objetivo era fijar un mínimo de alumnado para poder impartir tanto una carrera como un máster o un postgrado. Esta normativa, que surgió para buscar la eficiencia en la universidad y controlar el número de másteres que se habían estrenado en los últimos años (aumentando notablemente la oferta) sirvió para actualizar el mapa de estudios de postgrado. Solo en 2014 el Consello Galego de Universidades autorizó la eliminación de 25 másteres que no lograron la demanda esperada. La normativa aplicada por la Xunta fijaba el número mínimo de alumnos para impartir un máster en 20 y dio un margen de dos años para las titulaciones de postgrado que no alcanzaban esta cifra para que pudiesen aumentar la matrícula. Los que en ese periodo no lo lograron desaparecieron y la norma se sigue aplicando.

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Alberto Vaquero - Profesor en el Máster en Gestión y Dirección Laboral de la Universidad de Vigo

"Deben dar clases docentes y profesionales en activo y, además, ofrecer prácticas de calidad"

"Los másteres profesionalizantes deben centrarse en cubrir lo que el mercado demanda y para ello es necesario que en la memoria de los másteres se incluyan no solo prácticas profesionales de calidad sino que las materias deben estar orientadas a lo que se encontrarán los alumnos al finalizar su etapa formativa", cuenta Alberto Vaquero, profesor de Economía de la Universidad de Vigo y que imparte clases en la actualidad en el Máster en Gestión y Dirección Laboral.

Con el actual mercado laboral, tan cambiante y a elevada velocidad, los másteres deben actualizarse continuamente para que los titulados salgan lo mejor preparados y vinculados posible a la demanda real de las empresas y a las posibles opciones que se abran para trabajar.

Por ello, Vaquero considera que la pervivencia de los másteres "debe condicionarse a que el mercado demande este tipo de profesionales; de no ser así no debe impartirse y solo así se garantizará la calidad del mismo".

Con esta lógica, el profesor de Economía explica que es fundamental que la plantilla de profesorado de este tipo de másteres cuente con docentes universitarios y profesionales en ejercicio. "Estos últimos pueden aportar mucho valor debido a que tienen un contacto directo con la realidad que se van a encontrar los futuros egresados", añade. También indica este docente que un máster "no puede ser un resumen o compendio de las enseñanzas recibidas durante el grado: debe garantizar un valor añadido adicional, que implique calidad en la formación". "También es justo que el nivel de exigencia sea superior al de un grado. Los buenos másteres son los que perviven", comenta Vaquero, que confirma el aumento, a nivel nacional, de la inscripción en másteres. "Los empleadores buscan algo más que un graduado: quieren especialistas en la materia", expresa. En el que él imparte clase, es interuniversitario (entre las tres instituciones) y ha obtenido la verificación positiva de la Axencia para a Calidade Universitario de Galicia (ACSUG).

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