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Las 7 vidas de Fernández Moreda

El expresidente de la Diputación de A Coruña, asesor de la Valedora do Pobo, encadena 40 años en cargos públicos y se garantiza la máxima pensión posible

Las 7 vidas de Fernández Moreda

En el punzante relato con el que el conocido socialista Joaquín Leguina reconstruye en su libro "El Camino de vuelta" la victoria en las elecciones generales de 1982 y la crisis posterior a su salida del Gobierno en 1996, el nombre de Salvador Fernández Moreda aparece ya vinculado a ese momento histórico para el partido. El de la eclosión del PSOE y la "santísima dualidad" con la que Felipe González y Alfonso Guerra se repartían el poder. El político coruñés era uno de los secretarios de la Ejecutiva Federal nacida del transcendental congreso de la formación en diciembre de 1984, el que marcó "el futuro ensamblaje entre partido y gobierno" que tanta tinta hizo correr con el paso del tiempo.

Con 31 años, Fernández Moreda figuraba en el principal órgano de dirección del entonces primer partido en España, mano a mano con figuras de la mitología socialista como Txiki Benegas, Manuel Chaves, Guillermo Galeote, Enrique Múgica o Matilde Fernández. Este superviviente nato de la política camina tres décadas después a un retiro dorado como asesor de la Valedora do Pobo. El puesto al que accedió esta misma segmana conlleva, , según la web del alto comisionado, una retribución bruta anual de 61.794,88 euros. Unos 3.500 euros limpios al mes que le permitirán, a sus 62 años, amarrar la máxima pensión posible. La que recibe un funcionario de la escala más alta de la administración.

La puerta a esta séptima vida no puede entenderse sin las seis anteriores que atravesó. El ruedo nacional, con sillón en el Congreso de los Diputados (1979-1996) y el Senado (1996-2000); el local y provincial, con las riendas del partido en A Coruña; la gestión municipal, que le tuvo ocho años con las competencias de urbanismo y le enganchó a la sombra de Francisco Vázquez; la presidencia en dos etapas de la Diputación coruñesa; el consejo de administración de Caixa Galicia y luego de Novacaixagalicia; y, la primera vida de todas, en el germen del PSOE desde la clandestinidad.

Fue el primer afiliado de Galicia, "en una generación en la que no existía la política", en sus palabras. De "vida atípica". "Normalmente uno llega a diputado después de ser concejal, alcalde... y nosotros llegamos a diputados, senadores, a altos cargos sin ser antes todo eso y ese aprendizaje que normalmente existe en un país con una estabilidad democrática", apuntaba en una entrevista en 2007 al desaparecido periódico Galicia Hoxe. El argumento suena casi a justificación por una trayectoria sin otro sueldo que uno público. Salvo algún trabajo justo tras licenciarse en Económicas por la Universidad de Santiago, lo de Salvador Fernández Moreda con cargos en la administración es un matrimonio eterno.

"Yo contaría con él para cualquier cosa porque es el sentido común, que es lo que reclama la gente. Lo haría a ciegas", defendía el pasado jueves el nuevo presidente de la Diputación de A Coruña durante un desayuno informativo. El socialista Valentín González Formoso es alcalde de As Pontes desde 2007. Por lo que, al margen del partido, trató y mucho con Moreda durante su segundo periodo al frente del organismo provincial, entre 2003 y 2011. "La presidencia de una Diputación te permite estrechar lazos con los regidores", destaca un alto cargo del PSdeG, que vincula la vida política provincial de Moreda con "el cierto peso" que todavía mantiene "sobre todo entre alcaldes coruñeses". Pero, ¿cómo encaja eso con su entrada en el Valedor do Pobo?

"Todos los contactos que tengas en estas cosas de colocarse en política suman", señala otro compañero de partido de Moreda con una dilatada trayectoria. En una agrupación tan fragmentada como el PSdeG en A Coruña, no son pocos los que ven un intento de José Ramón Gómez Besteiro de "ganarse simpatías en un territorio que no acaba de meterse en el bolsillo". Porque, y es otra coincidencia entre los diputados y dirigentes consultados, todos los caminos del nombramiento de Fernández Moreda apuntan al secretario general, del que partió también la propuesta de Milagros Otero como Valedora.

Las reacciones, sin embargo, no son tan unánimes. Un joven militante coruñés mostraba su repulsa en la red social Facebook con una imagen de su carné del partido destrozado. Yoya Neira, concejala del PSOE en la ciudad herculina, no dejó margen para la interpretación en su comentario sobre la designación en Twitter: "Inasequible al desaliento #vergüenzainfinita".

¿Su secreto? De "buen trato aparente", "incluso campechano" y "sin muchas aristas". El perfil cordial para mantenerse, "aunque sea en segunda fila". "Se llevó bien con Paco Caamaño, nunca se enfrentó con Touriño, ni con Pachi Vázquez, y con Besteiro sí fue crítico, aunque más con su entorno", resume otro socialista. "La explicación es sencilla -añade-, se queda sin nada y quiere retirarse tranquilo. Seguramente lo pidió".

Las redes tejidas desde el aparato del partido y la Diputación de A Coruña se complementan a la perfección con la proyección que le brindó Caixa Galicia. Cuando la entidad asumió la gestión del Teatro Colón, propiedad del organismo provincial, Salvador Fernández Moreda entró en 2006 en el consejo de administración. No en nombre de la Diputación, que no tenía derecho a representante, sino como vocal del ayuntamiento. En julio de 2008, el equipo de José Luis Méndez anuncia su nombramiento como vicepresidente por "su perfil dialogante, profesional e integrador". El tándem coruñesista de Moreda y Méndez.

De hecho, uno de los capítulos más alocados que deja la historia de la fusión cuenta con él de coprotagonista. Fernández Moreda insistía hasta la saciedad en la solvencia de Caixa Galicia. Hasta que al Banco de España se le agotó la paciencia y el miércoles 5 de mayo de 2010 acudió a una reunión en San Caetano en la que el director general de Supervisión, Jerónimo Martínez Tello, puso los números sobre la mesa y justificó la expulsión del todavía director de la entidad coruñesa del proceso y, por lo tanto, de la nueva caja fruto de la fusión dada su pésima gestión.

Los días de brillo con la vicepresidencia de Caixa Galicia se empañaron tras el despropósito de la unión con Caixanova que él apoyó con uñas y dientes, y especialmente tras conocerse las indemnizaciones de los antiguos altos cargos. Moreda votó a favor de la moción en el concello de A Coruña en noviembre de 2011 que pedía que los consejeros de aquella época dimitieran. Eso le incluía a él. Durante el debate, el aludido no dejó de mirar para el techo y canturrear. Una imagen que recordaba a la de su admirado Paco Vázquez -"Soy un vazquista orgulloso", declaraba en una entrevista a ABC en junio de 2007- cuando se dedicó a hacer barcos de papel mientras el pleno trataba la polémica compra y recalificación de su casa. Moreda no dimitió. "Prefiero dar la caja y quedarme para asumir todas las responsabilidades", explicó. Lo hizo casi un año después. Tras aquel debate, sus compañeros de partido lo resumían: "Es impermeable". "Ocurrió en aquel momento, que fue muy duro, y ahora -ilustra uno de sus más veteranos compañeros de partido-. Como los gatos, Moreda sabe a quién rozar y caer siempre de pie".

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