A cualquier recluso que ingresa por primera vez en prisión, las autoridades penitenciarias le aplican el protocolo de prevención de suicidios, una medida que también se utilizó con Rosario Porto y Alfonso Basterra. Ella permaneció varios meses acompañada por varias internas incluso cuando se levantó el protocolo, mientras que en el caso de su exmarido, "por indicación de los miembros del equipo técnico, se le sigue acompañando en celda". Así lo explicó ayer el director del centro penitenciario de Teixeiro, Carlos García, quien compareció ante el tribunal a instancias de la defensa de Porto, que buscaba a "una persona absolutamente ajena" a la acusada que "conociera" su "sufrimiento".

Efectivamente, el máximo responsable de la prisión concedió que durante sus encuentros con la madre de Asunta se encontró con una persona "hundida, un llanto continuo" y que, por unas circunstancias u otras, ella aludió "en reiteradas conversaciones a su hija". De hecho, admitió al letrado de Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren, que su patrocinada era insistente en ese tema: "Ella quería hablar de su hija, de lo que compartía con ella, de los proyectos que tenían..."

No obstante, lo que desconocía el director de Teixeiro es que Porto estaba a tratamiento por depresión antes de pisar la cárcel, hace dos años. Sí concedió que durante el período de internamiento recibió tratamiento psiquiátrico y explicó que tiene constancia de que a la reclusa se le cursó un "parte disciplinario" porque tenía "determinada medicación que era la que tenía pautada pero que no la había tomado" durante "un cacheo que se practica en su celda". "Era medicación que tenía que tomar a diario y no tomó y que simplemente tenía acumulada y ella manifiesta que para devolverla a los servicios médicos", explicó.

El letrado de Porto explicó tras la sesión de testificales que su patrocinada "no tomaba parte de la medicación durante unos días" porque, si bien "inicialmente" fue atendida por los servicios médicos del centro, más tarde se hizo cargo de su salud un psiquiatra y un psicólogo "ajenos" a la cárcel y que el primero le pautó "una modificación de la medicación", por lo que Porto guardaría las pastillas que se correspondían a un "tratamiento anterior" para "entregarlas" a los servicios médicos de la cárcel.

A lo largo del juicio salió a relucir que Porto sufrió episodios de depresión y que uno de los fármacos que le fueron prescritos era el Orfidal, cuya dosis amplió tras la muerte de Asunta. Tanto ella como Alfonso Basterra negaron en sus respectivas declaraciones haber dado este medicamento a la niña. El análisis del cabello de la víctima reveló que llevaba varios meses consumiendo esta sustancia y que la tarde de su muerte había recibido una "dosis tóxica".