GALERÍA |Todas las imágenes del juicio por el crimen de Asunta. En la imagen, Alfonso BasterraGALERÍA

Cinco horas de interrogatorio que culminan con la negativa, tajante, de Alfonso Basterra a la pregunta de su aboga: "¿Mató usted a su hija?". "Por su puesto que no. Era lo que más quería en el mundo".

Alfonso Basterra inició al filo de las 10 horas su declaración, aparentemente tranquilo y en algunas respuestas al fiscal incluso desafiante. Ante la pregunta "¿dio usted Orfidal a su hija?", respondió tajante: "Por supuesto que no". Lo que sí admite es haber comprado el medicamento los días 5 y 17 de julio, sin poder precisar la cantidad que el fiscal cifra en 50 y 25 pastillas respectivamente. Ante la acusación popular -el interrogatorio del fiscal se prolongó durante tres horas y media-, reitera que no suministró el fármaco a la pequeña. El abogado de la asociación Clara Campoamor y el de Rosario finalizan en apenas media hora sus turnos de preguntas. Sobre la relación con su expareja -ayer Rosario no aclaró si hubo episodios de agresividad-, subrayó: "No le voy a negar que discutiéramos, como cualquier pareja, pero ¿maltratos? No, Por supuesto que no".

El padre de Asunta, con los brazos cruzados sobre el pecho, admitió haber comprado Orfidal en el mes de julio de 2013 pero negó fehacientemente el haber suministrado el fármaco a la pequeña Asunta. Además, dijo desconocer quién pudo dar el medicamento a la menor ni el día de los hechos ni los anteriores.

Lo que más importaba a Alfonso Basterra era pasar tiempo con su hija. Perderla fue un suceso "desgarrador" que le afectó tanto que provocó que tenga lagunas sobre ciertos momentos o que pueda haber detalles que incluyó en su declaración ante el juez que no se correspondan exactamente con lo que dijo hoy ante el fiscal. Así lo aseguró él mismo a lo largo de una declaración en la que se mantuvo firme, salvo momentos puntuales de irritación con el fiscal por preguntarle, dijo, varias veces lo mismo. En varios momentos le demandó a Jorge Fernández de Aránguiz "un poco de empatía". Alegó que eran "momentos muy duros" y que no recordaba todo exactamente.

Basterra explicó al ministerio público -más de tres horas y media se prolongó el interrogatorio del fiscal- que no había administrado nunca orfidal a la niña, que solamente tomaba medicamentos para una alergia que ambos compartían, y a la que atribuyó los episodios de malestar de la menor detectados por profesores de música.

También se reafirmó en que la tarde de los hechos no salió de su casa, donde se dedicó a cocinar para varios días cuando su exesposa y su hija se fueron y luego se puso a leer un libro, dado que era un gran aficionado a la lectura.

El acusado también se refirió al portátil que fue localizado en su domicilio varios meses después de su detención asegurando que siempre estuvo allí. También señaló, a preguntas del fiscal sobre si había ido a Montouto el martes previo a la muerte de la niña, que no. "No tenía motivos para subir", señaló, aunque admitió que lo había hecho antes para vigilar las humedades.

Basterra incidió reiteradamente en el apego que tenía por su hija: "Cada vez que podía estar con ella era una inyección de moral". Por ello, varias veces reprochó al fiscal: "No sabe qué es perder a un hijo. No se lo deseo ni a mi peor enemigo".

El acusado ruega al fiscal que se refiera a Asunta por su nombre y no como el cadáver: "Es un rasgo de humanidad que le pido".

VÍDEO | Alfonso Basterra responde a las preguntas del fiscal. //ATLAS/ Foto: X. ÁlvarezVÍDEO

La tarde de los hechos

Preguntado por el día en el que Asunta falleció, Alfonso Basterra describe su rutina de aquel día. Por la mañana "fui a la compra", explica, y luego se fue a casa "a preparar la mesa" ya esperar a Asunta y a Rosario. Al terminar de comer, ellas se retiran al salón y él se queda recogiendo la cocina. "Las oí reir", dice. Luego jugaron a las cartas. "¿Estaba Asunta despìerta?", interroga Angáriz. "Como usted y yo ahora", responde. Por lo que respecta a él, no se movió de casa en toda la tarde.

Ante las contradicciones en las que incurre reacciona cargando contra el fiscal. Cuando este le muestra una serie de mensajes teléfonicos que le sitúan en la casa de Rosario la mañana de los hechos, pese a que él lo había negado, responde: "Yo creo que no, pero igual sí, era mi hija y me preocupaba por ella... Igual es un delito, (...) pero usted sabrá cómo hacer su trabajo". El tono es claramente desafiante.

El fiscal hace referencia a la declaración que realizó el 27 de septiembre de 2013. "Llevaba seis días llorando sin parar; ante mi perplejidad, la policía me detiene, me paso dos dias en los calabozos en un sitio donde no viviría ni una rata. Si se puede practicar un mínimo de empatía entenderán que no estaba en unas condiciones mínimas para una declaración coherente". Y zanja: "Si me hubieran dicho que dije que era hijo del Papa diría que sí".

"Mi única prioridad era encontrar a mi hija", sostiene en relación a la noche de los hechos. Basterra se indigna puntualmente por las preguntas del fiscal y le pide empatía por la delicadeza del momento. "Es que no lo recuerdo, por la dureza del momento, pero no porque oculte nada ni porque no quisiera colaborar". "No sé si usted ha perdido un hijo,(...) pero el relato de los hechos de un día cambia porque ya no es un día normal", concluye. Más tarde, añade que Rosario "era la madre que toda niño hubiese deseado tener".

Critica a los medios de comunicación, a los que tacha de "estercoleros informativos", y a la Guardia Civil, de la que se mofa por no haber localizado en el primer registro de su vivienda su ordenador. Fue en la terca ocasión en la que los agentes supervisaron el piso cuando lo hallaron sobre una mesa donde, asguraron entonces, no estaba antes. tacha este episodio de "divertido". Insiste en que el portátil no se movió de su piso en tres meses.

Es más, el acusado llega a denunciar "irregularidades y filtraciones" en el proceso, según EP, y carga contra el juez. También ha recordado como un guardia civil le dijo: "Mire, llevamos una semana investigándole, quiero que sepa que nosotros no tenemos nada contra usted, pero quien manda es su señoría".

Basterra, que se declara "muy cabreado", reprocha que "me acusaron de pederastia a mí; no saben lo que es eso en la cárcel, se me pusieron aquí", ha señalado, mientras hacía un gesto con la mano en su cuello. Sobre las fotos en las que la niña aparece vestida de bailarina en diferentes posturas, dice que no recuerda haberlas sacado: "Mi móvil es una carraca".

Rosario Porto, ante el juez: "Yo no maté a mi hija"

Después de que Rosario Porto estrenase ayer los interrogatorios de los acusados proclamando que ni ella ni su exmarido habían dado Orfidal a la niña en una maratoniana sesión que se prolongó durante más de seis horas, hoy le toca a su expareja, Alfonso Basterra, una declaración esperada ya que él sólo había aceptado declarar una vez ante el juez instructor del caso.

Los dos acusados de tramar "un plan" para acabar con la vida de su hija el 21 de septiembre de 2013 llegaron temprano a las dependencias judiciales, a las nueve y cinco de la mañana. El primero en interrogar es el fiscal del caso, Jorge Fernández de Aránguiz, quien ayer se tomó con calma sus preguntas a Rosario Porto, encaminadas a esclarecer algunos de los hechos fundamentales en los que los investigadores basan su atención a los acusados, como quién toma Orfidal o quién se lo había administrado a la niña, la supuesta coincidencia de las cuerdas halladas al lado del cadáver de la niña con otras encontradas en la finca que los padres de Porto poseían en Montouto, desentrañar un supuesto episodio previo de asalto a altas horas de la madrugada al piso donde vivían ella o la pequeña o qué ocurrió exactamente durante la última jornada de vida de la pequeña.

Porto defendió ayer ante los sucesivos interrogadores que querían a la niña, que era "brillante", y que ella tenía planes de futuro para ella, como demostraba el hecho de que preparase en su casa un cuarto especialmente habilitado para que pudiera tocar el piano. Su letrado pretendía demostrar que la niña no era un "estorbo", como se alega desde la acusación. Además, Porto declaró que no daban otra medicina a la pequeña que antihistamínicos para su rinitis alérgica, un problema que al parecer la menor compartía con ella.

Pese a las afirmaciones de Porto, en la jornada de ayer el fiscal vio contradicciones en su declaración, como también ocurrió con la acusación particular. El juez presidente del tribunal admitió una relativa al horario en el que se produjo el supuesto asalto a su piso previo a la muerte de la niña y otra relativa a una declaración preliminar vinculada al supuesto suministro de "polvos blancos" a la pequeña.