Han visto pasar muchas primaveras y muchos inviernos, cómo se sucedían sequías, inundaciones y años en los que la climatología se confabuló con ellos para beneficiar a su producción. En ese periplo como ganaderos, un labor que algunos heredaron de sus padres junto a la tierra, también han vivido, reconocen, épocas de vacas gordas y de vacas flacas, solo que esta vez las vacas son escuálidas. Algunos de los productores de leche que ayer se dieron cita en Santiago para lanzar un grito desesperado por su futuro y, de rebote, como ellos afirman, por el del propio mundo rural gallego, consideran que nunca han vivido una crisis semejante a la actual.

Así lo cree Pedro, de Santiso, quien opina que esta "posiblemente sea la peor circunstancia que ha vivido el sector". Y como a grandes males, grandes remedios, no duda en afirmar que tanto él como sus compañeros están "dispuestos a llegar a donde haga falta para que esta gente (en alusión a las administraciones) se dé cuenta de lo que hay". "Aguantaremos toda la semana si hace falta y más aún", apunta José.

Es de Mesía, un lugar tristemente conocido por las vacas locas, los ganaderos comienzan a ser una especie en extinción. "En nuestra zona las explotaciones eran pequeñas, pero del núcleo donde estamos de trece casas solo quedan dos con vacas, y a ver qué pasa con ellas, y en los núcleos de alrededor ocurre lo mismo; había muchos pero se está quedando en nada", explica.

José, que gestiona una granja de 25 vacas con la ayuda de su mujer, que es la que se encarga de lidiar con los animales para que él pueda estar en Santiago, augura que tendrán que cerrar "por fuerza". "Necesitamos que suba el precio de la leche, porque se paga por debajo del precio de coste, a 18 céntimos. Eso no da ni para hierba para una vaca. No podemos aguantar", lamenta.

Pedro, de Santiso, que tiene una granja con 32 cabezas y que también ha dejado de embajadora de su explotación a su esposa, clama porque se eleve el precio "porque es imposible vivir de lo que nos pagan. Nos pagan a menos de lo que cuesta producirlo. El kilo de leche está entre 18 y 24 céntimos cuando un kilo de pienso cuesta 36, y sin contar con el maíz, la hierba..." "Todas las cosas tienen un precio. ¿O acaso en un bar no se paga por una taza de vino un euro y pico mientras la leche se paga a 18 o 24 céntimos?", alega. Y más tratándose de un producto "que necesitamos todos". "Es una vergüenza", proclama, para finalizar con un lamento colectivo: "Todos tenemos miedo de acabar cerrando".

Aunque los tractores -un variopinto catálogo donde dominaban los John Deere o los Massey Ferguson, pero entre los que se encontraba Renaults e incluso algún histórico Ebro- fueron los protagonistas de la jornada, en el medio se colaron furgonetas y coches de pymes vinculadas al rural, y algunos vecinos solidarios, como Mariano, quien apunta que acude a defender a un sector golpeado por una "crisis tan tremendamente acuciante que lo lleva a la desaparición total". No fue el único en mostrar su simpatía. Algunos viandantes mostraron su conformidad con el movimiento de los productores saludándolos con aplausos y hubo conductores que se cruzaron con los nuevos amos de la calzada compostelana que pitaron en sintonía.

Incluso quienes sufrieron los atascos mostraron comprensión en buena parte de los casos. No faltaron quienes bromearon en twitter, donde la tractorada fue un éxito, que tal vez tuvieran que quedarse en el trabajo, pero que valía "la pena". Los ganaderos recibieron muestras de simpatía en change.org. Una petición creada ayer reunía por la noche 4.300 firmas. Dirigida a la conselleira de Medio Rural, enumeraba las reclamaciones del sector, entre ellas el precio mínimo de la leche y garantizar su recogida y cobro.