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El declive demográfico de Galicia

Galicia cumple tres décadas suspendiendo en natalidad

La comunidad acumula casi 30 años donde no bastan los nacimientos para compensar las defunciones

A Galicia le salen cada día más arrugas y canas mientras escasea la savia nueva para reemplazar a una población que acumula ya 27 años con más defunciones que nacimientos y que, de seguir a este ritmo, y si no se incorporan inmigrantes, cumplirá las peores previsiones de los organismos estadísticos, que auguran un descenso de 147.000 habitantes hacia 2023, además de una ciudadanía muy avejentada.

De momento, si los datos provisionales publicados esta semana por el Instituto Nacional de Estadística se confirman, el año pasado Galicia cerró el año con la pérdida de 10.299 habitantes porque su baja natalidad no bastó para compensar los decesos. Esa cifra es muy similar a la población de concellos pontevedreses como O Grove, A Guarda o Vilanova de Arousa. Y desde 2012, cuando los números del saldo migratorio se pusieron en rojo, las aportaciones de inmigrantes ya no bastan para frenar la caída del padrón.

Los datos son crudos. Junto a Asturias, Galicia ostenta en España el dudoso récord de contar con la tasa de fecundidad (número de hijos por mujer a lo largo de su vida fértil) más baja. Pero es que también estas dos regiones son líderes en Europa, por la cola, en este indicador, según los datos recopilados por Eurostat y relativos al año 2013. En la lista les acompañan Canarias y Cerdeña, pero ninguna zona de Portugal, a pesar de que este país supera a España en este parámetro. En Galicia, en el momento en que se elaboró la estadística europea en 2013, la tasa de fecundidad se situaba en 1,09 hijos por mujer y el año pasado ya bajó a 1,07, cuando para garantizar un recambio generacional, las gallegas tendrían que tener el doble de hijos: 2,1. Ahora mismo la Xunta aspira a equipar a la comunidad al menos a la tasa europea, de 1,59 hijos cuando se elaboró el plan de impulso demográfico en vigor.

Pero esa fecundidad europea no da para muchas celebraciones ya que tampoco garantiza el relevo generacional, un tema que también preocupa, al menos en los titulares, a las autoridades comunitarias, aunque en la práctica lleven negociando detalles como la ampliación de la baja por maternidad siete años. La Comisión Europea propuso elevarla a 18 semanas, al menos seis de ellas obligatorias, y este mismo mes el Parlamento Europeo retomó el asunto buscando subirlas hasta veinte.

Porque en Europa hay mucha variedad de criterios. En los países donde más ayudas se conceden a las familias, sobre todo encaminadas a conciliar la vida familiar con la laboral, nacen más niños, y el permiso de maternidad o de paternidad parece que influye. Los datos de 2013 de Eurostat muestran que Irlanda tiene una tasa de fecundidad (hijos por mujer) de 1,96, Francia de 1,99, Reino Unido, de 1,83 y Suecia 1,89. En Irlanda el permiso de maternidad se eleva a 42 semanas, mientras que en Reino Unido llega a las 52 y en Suecia (el récord) puede alcanzar los 480 días por familia, percibiendo el 77% de los ingresos previos los primeros 390 días. En Francia, según la UE, los padres pueden cobrar un subsidio para cuidar a sus hijos durante tres años, aunque ahora se pretende recortar hasta los 18 meses. Noruega (que no está en la UE, pero sí en Europa y es otro modelo de referencia, con una tasa de fecundidad de 1,78) ofrece 49 semanas con sueldo íntegro. Mientras, en España el permiso por maternidad es de 16 semanas, por debajo de la cifra que baraja Europa y una de las menos extensas.

También la política de ayuda a las familias difiere en el seno de la UE en otros ámbitos. En Francia, aunque han sido recortadas, existían ayudas para guarderías o para cuidadores y un cheque bebé a partir del segundo hijo que pasaba de 900 euros, pero que quedó reducido a la tercera parte. No obstante, los expertos siempre apuntan a Francia como ejemplo de cómo la natalidad puede elevarse si se convierte en una política de Estado (al margen de quien gobierne) ya desde mediados del siglo XX, y alcanzar casi la tasa de recambio generacional.

En el caso de Suecia unos horarios laborales más flexibles contribuyen a una mejor conciliación, junto al animar a los progenitores a dividirse a la mitad el permiso de 480 días. Cuando toca la guardería, los padres solo tienen que pagar como mucho el 3% de sus ingresos anuales, y a partir de los 7 años la educación es gratuita. Este país y Francia, según un estudio del Instituto de Política Familiar (IPF), son grandes usuarios de guarderías, que no triunfan en España porque, señalan, se considera un servicio caro. En dicho informe, el IPF situaba a la cola a España en flexibilidad laboral para conciliar. No solo desde las empresas, sino también con los permisos o las ayudas por hijo.

Además, un documento de la OCDE publicado en 2014 revela que los países que integran esta organización gastan de media un 2,55% de su PIB en beneficios para las familias, bien sea mediante beneficios fiscales, servicios o en ayudas directas. A la cabeza del ranking de inversión (casi un 4,5%) la OCDE ubicaba a Reino Unido, seguido de Dinamarca e Irlanda (en torno a un 4%), un porcentaje que también rozan Suecia o Francia. Sin embargo, España aparece en el octavo puesto por la cola, con una inversión por debajo del 1,5%.

Saber cuál es la receta idónea para Galicia es complicado. Cuando se consulta a los expertos suelen coincidir en que son necesarias medidas a corto plazo y no parches y la conselleira de Traballo, Beatriz Mato, reclamó un pacto de Estado de impulso demográfico para afrontar la cuestión. En general, los demógrafos opinan que la conciliación de vida familiar y laboral es clave.

Las expectativas, obtenidas por la Xunta en una encuesta, están ahí. A los potenciales padres no les faltan las ganas. El 70% de los gallegos que aún no es padre piensa en tener dos hijos y una cuarta parte de los consultados se decidiría si tuviera "estabilidad económica". Cuando se les cuestiona sobre qué factores pueden retraer su decisión, el 27% alega no contar con servicios de apoyo para conciliar la vida laboral y familiar y apunta qué sería prioritario: conciliación mediante flexibilidad horaria o teletrabajo, o disponer de una red de centros de atención a la infancia próxima y accesible. Un 28% menciona medidas de política fiscal y ayudas económicas.

El problema demográfico de Galicia no surgió de la noche a la mañana. Si bien la crisis explica en parte el retroceso en la natalidad (desde 2008 los nacimientos cayeron un 15,3%), el fenómeno viene de atrás y las autoridades lo han visto con preocupación, buscando soluciones, desde Fraga hasta Feijóo.

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Una posible solución, los inmigrantes

  • Los sucesivos gobiernos no son los únicos preocupados por la deriva demográfica de la comunidad. Los expertos reunidos en el Foro Económico de Galicia dedicaron un informe al futuro demográfico "que nos aguarda y cómo puede incidir en nuestro bienestar".En sus páginas, ratificadas también desde el Círculo de Empresarios de Galicia, consideraban que solo para mantener "estable" el número de nacimientos en Galicia hasta mediados de siglo sería "necesaria una inmigración neta anual de 20.000 mujeres".De hecho, incluso sugerían como "deseable" elaborar un programa específico para atraer inmigrantes. Su recomendación se basaba en un dato: el contingente de mujeres gallegas en edad reproductiva (en el que se incluyen las de edades comprendidas entre 16 y 39 años) va rebajándose y en 2050 no representará ni la mitad de la actualidad.En todo caso, tanto para conseguir que los extranjeros se asienten en Galicia como para convencer a los propios gallegos de tener hijos, la clave pasa por mejorar las posibilidades de empleo. Xaquín Leiceaga, el ponente del informe, aseguró que el deseo de tener dos hijos existe pero lo frenan, sobre todo, "la ausencia de expectativas laborales y de empleo".

Más servicios que ayudas directas

  • Cuando la conselleira de Traballo, Beatriz Mato, presentó el Plan de Dinamización Demográfica de Galicia enfatizó que se orientaría más a servicios que a aportaciones económicas directas porque, afirmó, "la decisión de la natalidad no está vinculada a la situación económica o al desempleo de forma directa".Por eso se apostó por elevar el número de plazas en las guarderías. Este año la Xunta anunció que concertaría 500 plazas privadas para rebajar una lista de espera que afecta a 3.400 familias a pesar de que existen ya 9.000 plazas públicas a las que se suman, hasta 19.200, las municipales, de iniciativa social y las privadas subvencionadas con el cheque infantil del Ejecutivo gallego. Traballo señala que el ratio recomendado es que la tasa de cobertura de escuelas infantiles costeadas con fondos públicos sobre la población de 0 a 3 años sea del 30% y que ya se supera.También este año se estrenarán las casa nido, pensadas para el rural, donde un cuidador podrá atender a 5 o 6 niños, y se está formando a personal para implementar un servicio de canguros en casa para los padres que trabajen en las ciudades.Además, la Xunta concede una deducción fiscal o pago único de 360 euros por el primer hijo, 1.200 por el segundo y 2,400 por el tercero.

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