El PSdeG sufrió ayer un duro varapalo en Lugo que ha colocado a su secretario xeral, José Ramón Gómez Besteiro, en una situación muy complicado por su gestión del proceso para proponer al candidato socialista a la Diputación de Lugo que al final se saldó con la entrega del gobierno provincial al PP. Parte del partido responsabiliza directamente a Besteiro del fracaso, sobre todo por el reciente antecedente de Orozco, que tuvo que renunciar a dirigir al alcaldía de Lugo por estar imputado y encontrarse con el veto de los partidos de izquierda cuyo apoyo resultaba imprescindible para conservar la capital de la provincia bajo las siglas del PSOE.

Con Manuel Martínez se corría el mismo riesgo, pero el PSdeG se enrocó en su defensa y solo a última hora se decidió el cambio de candidato, pero ya era tarde. Cargos del partido sostienen que se ha producido una "quiebra del liderazgo de Besteiro" y que hay un "cuestionamiento de fondo" sobre su proceder al frente del PSdeG. "El partido ha quedado muy debilitado y Besteiro ha sufrido una pérdida de autoridad moral", añaden las mismas fuentes.

Le reprochan a Besteiro la forma de designar al candidato a la Diputación, con el agravante de que fue en su provincia, en su ciudad y en la institución que presidió durante ocho años. Estas mimas fuentes censuran que el PSOE siempre marchó a remolque en las negociaciones con el BNG y que fueron los nacionalistas los que marcaron la hoja de ruta sin que los socialistas supieran cambiar el paso.

Otro sector del PSOE añade como elemento de crítica a la gestión de Besteiro su doble juego en la elección del candidato. Indican que primero apoyó a Juan Carlos González Santín -con el que el BNG no tenía ningún problema para apoyarlo- pero que en la votación interna del partido para elegir al candidato salió Manuel Martínez, en cuya lista había varios nombres muy próximos al secretario xeral, y Besteiro no dudó en apoyarlo hasta el final, a pesar del veto del BNG y el riesgo de entregar la presidencia de la Diputación al PP por ser la lista más votada.

Solo en el último momento el PSdeG presionó para cambiarlo, a pesar de haberlo respaldado durante toda la semana, y lo hizo forzado también por la Comisión Federal de Listas, que maniobró para conservar el gobierno provincial. Esta intervención de la ejecutiva federal es entendida además por un sector del partido como una desautorización hacia el propio Gómez Besteiro.

Fuentes próxima al líder de los socialistas gallegos sostienen, por el contrario, que el liderazgo de Besteiro no se ha quebrado porque la culpa de entregar al PP la Diputación lucense fue de Manuel Martínez por no respetar la disciplina de voto y no apoyar como candidato al alcalde de A Pontenova, Darío Campos. Además, añaden que "mayor coste político tendría" llegar a la votación con Manuel Martínez aún como aspirante que proceder, como se hizo, a su recambio en el último momento.

El propio Besteiro destacaba ayer que la "instrucción" del partido era votar a Darío Campos y que no consideraba un fracaso personal entregar la corporación provincial al PP. "Todos los diputados tenían órdenes claras y hubo diez personas que cumplieron esa encomienda que les hizo el partido y una que, parece ser, no lo hizo", dijo Besteiro.

En cuanto a qué hará el PSOE con Manuel Martínez, el secretario xeral pasó de puntillas. "No es el momento de hacer esa valoración, en todo caso nosotros tomaremos las medidas que considere el partido en este asunto", se limitó a decir. Ni una palabra sobre expedientes disciplinarios y de expulsión.

Esta tibieza es entendida por un sector del partido como que Besteiro en el fondo asume su error en el proceso de designación, pero también se interpreta que al PSdeG no le queda más remedio que, a pesar del daño causado, intentar guardar las formas con el alcalde de Becerreá porque si no renuncia al acta de diputado -es personal y el partido no puede forzar su dimisión- su voto es crucial para mantener a raya al Partido Popular en un gobierno en minoría.

"No se trata de hacer o no autocrítica. La decisión era conformar un gobierno de progreso, continuar con un gobierno de progreso. Esa era la decisión a la que había que decir sí o no. El PSOE decidió que sí, pero no pudo ser", lamentó Gómez Besteiro.