La CNMC reprocha que las prácticas competitivas incidan en un mercado "ya de por sí concentrado" desde la perspectiva de la demanda, "donde existe un elevado poder negociador de la industria transformadora frente a unos ganaderos que, además de estar más atomizados, están obligados a vender la producción para conservar su cuota láctea". Esta situación se "agravó" con el modus operandi de la industria. Algunas de las empresas, según la CNMC, intercambiaron información también con la intención de controlar los excedentes y la conversión en leche en polvo, "condicionando de manera artificial el precio de aprovisionamiento de la leche cruda". Los "efectos negativos" impactaron más allá del libre mercado y alcanzaron a la "industria ganadera", el sector "más perjudicado".