La biomasa se ha convertido en la niña mimada de la nueva estrategia energética de la Xunta. Hasta 2020, el Gobierno gallego aspira a movilizar unos 450 millones de euros, con la inyección directa de 89 millones de fondos públicos, y la creación de 1.000 empleos ligados al aprovechamiento de los recursos forestales como fuente de calor. Ahí se enmarcan las ayudas para la instalación de calderas que la Consellería de Economía e Industria lanzó el pasado 2014 y vuelve a abrir a partir del martes, a cargo de las transferencias europeas; y la idea de impulsar "una auténtica industria" desde el principio de la cadena, la materia prima, con la oferta de que Galicia Calidade certifique el origen de los pellets. El viejo objetivo de exprimir también la biomasa como fuente de electricidad y sumar potencia a las cuatro plantas operativas en este momento -especialmente la de Ence en su factoría de Pontevedra, de 34,57 megavatios (MW), y la de Norvento en Allariz (2,35)- se queda en el cajón.
Pese a que desde el 30 de abril de 2010 existen una docena de proyectos seleccionados por la propia Xunta a través de un concurso, similar al organizado con el eólico, abierto dos años antes. Muy pocos iniciaron siquiera la tramitación administrativa y ninguno ha ido adelante dado el impacto de la reforma energética y la reducción de primas que recibía esta tecnología. "Son inviables", coinciden algunos de los promotores consultados.
El propio conselleiro de Economía reconocía en una reciente entrevista en FARO que la biomasa no salía precisamente bien parada de las nuevas, y polémicas, reglas de juego impuestas por el Ministerio de Industria para el sector. Tampoco de las negociaciones que ambas administraciones mantuvieron para evitar un recurso de inconstitucionalidad de la Xunta a la reforma. "Esperamos que de cara a futuro que se pueda desarrollar con mayor intensidad", aseguraba Francisco Conde.
La potencia repartida por la Xunta bajo la previsión de tramitarla hasta 2012 ascendía a 80 MW. Tras la elección de siete áreas con capacidad para garantizar el suministro e idóneas en localizaciones, la administración autonómica admitió una planta de 10 MW para Unión Fenosa Renovables en Mazaricos; otra de 10 también para Gestamp en Viveiro; y de igual potencia una segunda para Ence. El resto de la lista estaba formada por Enerxías Renovables de Galicia -propiedad del grupo San José-, con 2 MW en Cervantes y 2 más en Forcarei; y dos complejos de 5 MW cada uno promovidos por Norvento en A Pobra de Brollón y Verín.
Como la cantidad que sumaban se quedó lejos del techo marcado, la Xunta abrió la puerta a las solicitudes adicionales entre los 41 planes presentados, con un total de 300 MW: Renova, en Curtis, con 10 MW; Xeración Rural en Vilalba, con 10; Cespa en Ribadavia con 5,016 MW; Enerxía Galega da Biomasa con 10 MW en Ponteareas; y de nuevo Enerxías Renovables de Galicia, con 2 MW en A Veiga. La polvareda levantada por la tardanza en la publicación de los preseleccionados creció tras la decisión de vetar el proyecto de Ence después del recurso de reposición formalizado por en entonces portavoz municipal del PP en Pontevedra, Telmo Martín.
¿Y desde entonces? La Revista Galega de Economía incluye en su último número un repaso por la situación administrativa de todas ellas elaborado por Damián Copena y Xavier Simón, profesores de la Universidade de Vigo, que confirma la parálisis. De tres no consta ninguna tramitación pública. Un trámite que sí llegaron a iniciar cinco. El Diario Oficial de Galicia (DOG) publicaba el 14 de octubre del pasado 2014 el cambio de ubicación de la que afecta a la montaña luguesa. La de Ponteareas también ha sufrido una modificación de sede, para Mondariz. Y únicamente dos cuentan con la autorización administrativa. La de Xeración Rural en Vilalba, que confirmaban justo después de recibir el permiso, en enero de 2013, su intención de no llevarla a cabo por la reforma energética; y la de Norvento en Verín, en febrero de 2012, sobre la que la compañía mantiene el indicativo de "pendiente" en su web corporativa.
El freno a las plantas supone la pérdida de una notable previsión de inversiones. Norvento, por ejemplo, estimaba que sus dos centrales sumarían unos 29 millones de euros. La de Enerxías Renovables en Forcarei se presupuestó en 8 millones. La de Mondariz, una de las más grandes, en 30 millones.
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Los intereses enfrentados, incluso entre consellerías, por los cultivos energéticos
- Pese a la fuerza de la apuesta con la que en su momento salió el concurso de la biomasa en Galicia, al impacto que ahora traen los cambios introducidos en la retribución a su generación se une "otro aspecto que limita la capacidad de estas nuevas inversiones en el rural", como recuerda el artículo de Copena y Simón, y que además "es objeto de crítica por parte de colectivos ecologistas y de asociaciones de propietarios forestales". Los cultivos energéticos.Los estudios elaborados por la Consellería de Medio Rural y el Instituto Enerxético de Galicia (Inega) en 2013 advierten que la biomasa disponible sería "insuficiente" en el caso de que todos los complejos planteados se realizaran. Por eso el Inega señaló la necesidad de utilizar cultivos energéticos, con una estimación de uso de 163.486 hectáreas de monte gallego y la producción de 1,139 millones de toneladas. El informe seña las especies más adecuadas, incluidos eucaliptos, lo que, según el análisis de la Revista Galega de Economía choca directamente con especies "consideradas invasoras" por la Consellería de Medio Ambiente. "Estas circunstancias están generando conflictividad social en varios proyectos y la posición contraria por parte de entidades de propietarios", explican.
