En pleno debate sobre la reforma local impulsada por el Ministerio de Hacienda para dar un vuelco a la organización de los municipios y diputaciones con un mayor control de su gasto y reordenación de las competencias, tres ayuntamientos de Pontevedra tantearon la posibilidad de fusionarse a semejanza de los coruñeses Oza dos Ríos y Cesuras, la primera integración municipal de Galicia en 44 años. Fueron los concellos de Cotobade, Campo Lameiro y Cerdedo, los tres gobernados por alcaldes del PP, que en conjunto apenas llegan a los 8.200 habitantes. Incluso llegaron a comunicar al vicepresidente de la Xunta y secretario xeral del PPdeG, Alfonso Rueda, su idea, pero la cosa no pasó de ahí. Se quedó en un amago y el proyecto, que nunca llegó a ser oficial, quedó descartado.

Los tanteos de fusión se realizaron el pasado año y se ciñeron, según diversas fuentes del PP, al ámbito "informal". Y así lo reconoce también el regidor de Campo Lameiro, Julio Sayáns. Pero aún así se llegó a trasladar su planteamiento a Rueda, quien les comunicó que la decisión la debían tomar los respectivos alcaldes según sus valoraciones, pero con la advertencia de que hicieran lo que hicieran, debían proceder con seriedad.

La idea de integrarse los tres concellos de Pontevedra nació durante la fase de creación de la Conca do Lérez, un consorcio creado para compartir algunos servicios y ahorrar en personal y, de paso, beneficiares de una mayor cuantía de las ayudas concedidas por la Xunta a los concellos que decidieran mancomunar sus servicios.

Inicialmente también estaba el Concello de Forcarei, pero éste se retiró del consorcio alegando que su participación resultaba inviable tanto por los contratos que ya tenía adjudicados como por otros servicios que en su caso no eran viables económicamente y que además resultaban incompatibles con el plan de ajuste impuesto a las administraciones locales.

Así que al final quedaron tres concellos formando la Conca do Lérez (Cotobade, Campo Lameiro y Cerdedo), y en las reuniones que mantenían los alcaldes para dar forma al consorcio fue donde en "conversaciones informales", según Julio Sayáns, se habló de la posible fusión. Y fue también en una de esas reuniones que mantuvieron con Rueda para avanzar en el desarrollo de la prestación conjunta de servicios donde se le comunicó su idea la integración municipal. "Fue un planteamiento muy light", admite el regidor de Campo Lameiro. Pero en vista de la advertencia del vicepresidente de la Xunta de actuar con seriedad y ante la complejidad que supondría avanzar en la fusión, los alcaldes la descartaron poco después. "Por las dificultades de compaginar todos los servicios. No se avanzó nada", dice Sayáns.

Debido a su carácter informal, todo se llevó con mucha discreción, pero el tanteo era conocido por el PP. Fuentes del partido admiten que las fusiones municipales, salvo que se impongan por ley, resultan muy complicadas. No solo por reorganizar todos los servicios, sino también por la conveniencia de "recolocar" a los cargos municipales en otros puestos y porque se corre el riesgo de pagar un precio muy alto en las elecciones, dado que la ciudadanía no acepta con facilidad las propuestas de fusión. Añaden las mismas fuentes que, en todo caso, de promoverse una fusión, ésta tendría que hacerse al inicio del mandato y no cuando solo queda un año para la cita con las urnas.

El alcalde de Cerdedo, José Balseiros, sostiene por su parte que de la fusión "no hay nada" y que si alguna vez se habló de ello fue en "plan broma" la hilo de las consecuencias que supondría la reforma local impulsada por Hacienda.

Con la integración de Oza dos Ríos y Cesuras, la Xunta decidió apostar por más fusiones municipales. Incluso se llegó a decir que había más en marcha, pero sin dar nunca nombre. Sin embargo, nada más se supo de ellas y desde el pasado verano ya está descartado, por la proximidad de las elecciones, que los concellos den el paso adelante. Y es que este proceso solo se puede hacer de forma voluntaria. No hay imposiciones. Así que aunque se presione, y la Xunta considera que el número de ayuntamientos en Galicia es excesivo, no hay garantías.

La reforma local de Montoro parecía que, en principio, iría por la vía de forzar integraciones, pero tras las innumerables modificaciones del proyecto de ley para aplacar los ánimos de alcalde de todos los colores, se rebajó el listón de exigencias de gasto y de nivel de calidad de los servicios municipales, por lo que podrán seguir como están.