La "preocupación" de la Xunta por el desembolso que suponen los uniformes escolares no es nueva. Ya en 2011 el Consello Galego da Competencia alertó de los "elevados" precios de este equipamiento escolar por "la falta de una competencia efectiva entre las empresas encargadas de su distribución" y ahora vuelve a la carga reiterando esa misma conclusión.

Ayer, el presidente de esta entidad, Francisco Hernández Rodríguez, constataba, en un avance de un estudio que elabora Competencia por propia iniciativa, que más del 30% de los colegios gallegos con uniforme escolar trabaja con un solo fabricante o punto de venta y que dos de cada tres imponen algún tipo de restricción para la compra de estas prendas, una situación a la que la Xunta busca poner fin ya que podría suponer "un sobrecoste" para las familias. Según Hernández, "la experiencia demuestra que cuando un uniforme se fabrica y se comercializa en exclusiva, el precio es más elevado que cuando existen varios fabricantes y comercializadores diferentes".

Si bien subrayó que el Gobierno no está en contra ni de los uniformes ni de que los colegios cobren a los fabricantes por llevar sus logotipos -si están registrados-, recalcó que a Competencia le "preocupa" que "muchos colegios" en la comunidad ceden la posibilidad de hacer el uniforme o de venderlo a un único fabricante o comercializador. Esta situación, advirtió, podría dar lugar a un monopolio o a prácticas monopolísticas y, por ello, su departamento elabora un informe con el que busca "abrir vías de comunicación" con los colegios para asesorarlos sobre las licencias que pueden usar en sus relaciones con los fabricantes.

La cuestión de los uniformes -cuyo precio, según Facenda, ronda los 150 euros- es uno de los temas que prevé abordar la Confederación Católica Gallega de APAS de centros concertados con los colegios el mes que viene, afirma su presidenta, María José Mansilla. Esta cree que "debería haber más competencia" y que "los grandes favorecidos serían los padres", sobre todo en crisis. De hecho, en la red funciona ya un mercado de segunda mano y en algunos casos se recurre a la picaresca para saltarse el único distribuidor.

Una madre viguesa que no desea identificarse critica que, en plena crisis, un centro cambiase su política de uniformes e impusiese un escudo y ciertas marcas al suyo cuando antes valían prendas "básicas" como una falda gris, un jersey azul o un polo blanco que podían comprarse en cualquier tienda por la mitad de precio. "Hay una falta de sensibilidad del colegio, que hace el cambio en un momento en que las familias lo pasan mal", denuncia, pero concede que los padres "no protestan" o no demasiado, y que "callan y tragan" porque, señala, han matriculado "libremente" a sus hijos en esos centros.