Como presidente de la Xunta y "de todos los gallegos", Alberto Núñez Feijóo quiso hablar ayer en nombre de los que contemplan el proyecto de Banesco "con esperanza" y "los otros, escépticos". Fue el hilo conductor de su intervención en la presentación de Abanca, como encargado del cierre del evento. Para el jefe del Ejecutivo gallego, esas esperanzas "vienen de la mano de un síntoma más de que los tiempos están cambiando". "La constatación de que merece la pena invertir en Galicia", aseguró, convencido "de que la apertura al exterior es fundamental".

"¿A qué se deben entonces los escepticismos?", cuestionó Feijóo. "A los comportamientos -responde- que desvirtuaron el negocio bancario". Por supuesto, evitó cualquier ejemplo, los detalles, también cuando insistió en el reproche que ya esgrimió durante la convulsa fusión de las cajas y el nacimiento después del banco. "Galicia estuvo en una batalla para quitarle sus herramientas financieras", reitera. Pero "seguimos en el mapa". "Muchos gallegos quieren una nueva cultura bancaria y a ustedes les corresponde convencer de que esto es posible", reclama a los directivos de Abanca. Esta nueva cultura, según Feijóo, debe ser "íntegra, comprometida con el tejido productivo, solidario con los proyectos sociales y ajena a aventuras inapropiadas". "Creemos -continuó- en un galleguismo de hechos. Con esta nueva incorporación, Galicia tienen un amplio abanico de ofertas financieras que tienen que ser valoradas por el compromiso con la sociedad. Esperamos que ese compromiso del banco que hoy se presenta en sociedad, iniciado con la anunciada ayuda a la obra social de las antiguas cajas en los próximos 30 años se mantenga y amplíe". De hecho, Núñez Feijóo se apuró a recordarles que de los 478 millones de euros previstos de beneficio antes de impuestos para 2017, "el 3% o más es para la fundación".

Tras recordar a José María Castellano por su vocación de conservar "un banco gallego con personalidad propia", el jefe del Ejecutivo recordó el momento en el que Javier Etcheverría le comunicó, "sin ninguna duda", que la sede estaría en Betanzos. "No vi su inteligencia", ironizó, ante la polémica por las sedes tras la fusión. "Galicia espera mucho de ustedes, es exigente, pero también lo sabrá agradecer siempre", augura.