El PP no cuaja en Santiago. La capital se le resistió durante 27 años y cuando por fin logró conquistar este bastión socialista los populares fueron vapuleados por una sucesión de escándalos de corrupción que los han dejado noqueados. Tres alcaldes distintos en tres años y trece dimisiones en sus filas. Se dice que a la tercera va la vencida y este papel le ha tocado a Agustín Hernández, conselleiro de Medio Ambiente, que tendrá que sacar a flote el barco y recuperar la confianza perdida de los votantes para no tener que apearse del gobierno municipal en las elecciones del próximo año.

Las mayorías casi imbatibles del PP en Galicia siempre flojearon en Santiago. Desde el inicio de la democracia los populares solo habían tocado el bastón de mando en la capital gallega durante un año, cuando en 1986 Ernesto Viéitez, entonces candidato de Alianza Popular, arrebató la Alcaldía a Xerardo Estévez con una moción de censura.La alegría fue corta, puesto que el socialista recuperó el poder en las elecciones municipales del año siguiente.

Al igual que ahora se recurre a un conselleiro para remontar la crisis, Manuel Fraga también había apostado en su momento por un peso fuerte de su gobierno para intentar reconquistar Santiago. Dositeo Rodríguez, conselleiro de Presidencia, lo intentó en 1999 y en 2003 y fracasó.

Tampoco tuvo suerte Gerardo Conde Roa en 1987. Pero veinte años después volvió a irrumpir en la escena municipal como candidato del PP y, aunque no logró la ansiada mayoría absoluta, mejoró los resultados de la anterior convocatoria electoral y el partido depositó su confianza en este controvertido abogado para probar suerte de nuevo en 2011.

Para muchos éste fue el principio de los males que terminarían llevando al PP de Santiago a la UCI. Conde Roa consiguió la mayoría absoluta en Santiago en 2011 en una campaña dirigida por el que entonces era su mano derecha Ángel Espadas. La victoria fue ajustada puesto que el socialista Xosé Sánchez Bugallo se quedó a pocos votos de revalidar su coalición con el BNG.

Y ahí empezaron las desventuras en el Concello de Santiago. Ni un año duró Conde Roa en su asiento de alcalde. El 16 de abril de 2012 dimite tras hacerse pública su imputación por defraudar 291.000 euros en la venta de 61 viviendas.

Como preludio a lo que después sería una sucesión de escándalos políticos, antes de llegar a la Alcaldía, su mano derecha, Ángel Espadas, había sido pillado durmiendo la borrachera al volante de su coche delante de un semáforo.

La marcha de Conde Roa resquebrajó al gobierno municipal puesto que abrió una lucha de poder dentro del grupo popular. Aunque la entonces concejal Paula Prado deseaba el bastón de mando, el regidor saliente nombró sucesor a Ángel Currás. Y Paula Prado dimitió para ocupar escaño en el Parlamento y ejerció de portavoz del PPdeG hasta que su implicación en la Pokemon la forzó a dimitir.

Pokemon

Con el mandato de Ángel Currás empezaría un auténtico vía crucis. La investigación de la juez Pilar de Lara sobre los supuestos pagos de favores a cargos públicos a cambio de contrataciones alcanzó de lleno a Santiago. Primero imputaron a la concejal de Educación, Rebeca Domínguez y luego al propio Currás, quien además también está siendo investigado por el presunto acoso laboral al policía que puso la denuncia a Ángel Espadas.

Un mes después cayó otro concejal en la red de imputaciones, Albino Vázquez, quien dimitió al instante. El último en incorporarse a la lista de imputados fue el edil de Deportes, Adrián Varela, y su caso sería el detonante final de la desintegración del gobierno municipal. Siete concejales se sentaron en el banquillo, en vísperas de las elecciones europeas, por acordar en una junta de gobierno pagar la defensa de este concejal. La sentencia condenándolos a nueve años de inhabilitación forzó su dimisión, a la que seguirían en cascada la de Rebeca Domínguez y Paula Prado. Adrián Varela ya lo había hecho días antes del fallo judicial. De los 13 ediles del PP de Santiago, solo la teniente de alcalde Reyes Leis, permanece desde el principio de la legislatura y no está imputada.

Y en medio de este caos, Currás es forzado a dimitir in extremis, y se deja en manos de Agustín Hernández reconstruir el grupo municipal. En las últimas elecciones europeas el PP recibió uno de sus mayores castigos en Santiago, aunque obtuvo un respaldo mayoritario perdió 20 puntos de apoyo electoral en relación a hace cinco años. Si los resultados se trasladasen al escenario de unos comicios municipales, el PP perdería con toda probabilidad su mayoría absoluta. El reto es complicado, pero juega con la baza de que no tiene una oposición fuerte. El PSOE, tras la marcha de Bugallo, aún busca un candidato con tirón.