Miembros del PP de Santiago descorcharon botellas de champán la noche del 26 de abril de 2011, momento en el que Gerardo Conde Roa, un político controvertido en la ciudad, recibía aplausos y palmadas en el hombro mientras algunos advenedizos buscaban acercarse al nuevo poder municipal, que había logrado tumbar tres décadas de dominio de la izquierda. Aquel triunfo histórico ha generado una resaca tan grande que la cúpula del partido pretende enterrar esa etapa y acometer una "total reconstrucción" del partido en la ciudad comenzando por un nuevo cabeza de cartel para los comicios municipales del año próximo, que no será el regidor actual, Ángel Currás.

De los trece ediles que entonces anunciaron una nueva etapa en la capital de Galicia solo quedan dos: Currás, imputado en dos causas judiciales, y Reyes Leis, única sin problemas con la justicia. Tras una espera que comenzó en 1987 para lograr una Alcaldía que se le resistía a los populares, su balance pasa por la dimisión de Conde Roa, condenado a dos años de cárcel y 580.000 euros de multa por no pagar al fisco 291.000 euros; la condena por prevaricación y dimisión de siete integrantes de la junta de gobierno; la dimisión de tres ediles más imputados también en el caso Pokemon; y la renuncia de Paula Prado, también investigada en la causa, por los problemas internos.

La cúpula popular ha tomado nota y pretende resetear el partido acometiendo una renovación a fondo. "Es entendible", sostiene una fuente del PP compostelano. Fuentes de la dirección añaden que el mensaje hacia la ciudadanía pasa por pedir perdón a través de un cambio de caras, con el que pretenden paliar el mal resultado que anticiparon ya las europeas. Aunque el PP fue el más votado, se dejó más de veinte puntos en la mayor caída electoral de todas las urbes. Una alianza de izquierdas ya los desalojaría del pazo de Raxoi.

A pesar de estos indicios, dos de los concejales condenados por prevaricación, María Pardo y Francisco Noya, negaron ayer que el proceso judicial contra ellos, así como las imputaciones por el caso Pokemon, hubiesen afectado al resultado el pasado 25-M. "En general ha habido un voto antigubernamental", indicó la primera. "Aquí es donde más diferencia con el PSdeG obtuvimos", añadió el segundo.

La renovación comenzará por el candidato, aunque los primeros nombres que se han deslizado en el partido tienen casi ninguna posibilidad de luchar por la Alcaldía, caso del conselleiro de Medio Ambiente, Agustín Hernández, y del portavoz parlamentario Pedro Puy. El reto del PP pasa ahora por encontrar un nuevo guía que aparque los problemas generados en solo tres años. Currás ni siquiera es una opción, a pesar de que este se aferra al bastón de mando durante el año que queda para "asegurar la gobernabilidad" municipal.

Para lograr que el concello no esté paralizado, Currás negocia contrarreloj en dos frentes. Por un lado, sondea los pocos nombres que podría incorporar a su equipo de los diez miembros que restan de su lista. Necesita nueve nombres y en esa reserva se encuentran el conselleiro Agustín Hernández, la diputada Marta González o el padre de una supuesta enchufada, según el sumario del caso Pokemon. Otros, además, no estarían dispuestos o carecen de experiencia. Por tanto, negocia también en el sector privado para fichar a concejales no electos de "perfil técnico", según fuentes del partido, y, a ser posible, con experiencia en la administración pública o al menos en su legislación. El alcalde aseguró que tratarán de cerrar algún nombre entre hoy y mañana

La dirección del PP le ha concedido libertad, aunque lo más probable es que presente una lista con alternativas a la cúpula provincial, que preside el alcalde de A Coruña, Carlos Negreira, lo que permitiría a la jefatura autonómica desentenderse de la gestión de la crisis mientras diseña la reconstrucción de su proyecto en Santiago, que comenzará con el congreso local que tiene pendiente.