¿Y si...? Sin duda, una de las cuestiones más planteadas en las últimas horas. Si los sobres depositados el domingo tuvieran como remitente el Congreso de los Diputados. O un parlamento autonómico. Incluso una corporación local. Si el golpe al bipartidismo se replicara en las próximas citas electorales. Los propios partidos y los expertos en estudios demoscópicos se apuran a recordar que la tendencia de voto en los cuatro ámbitos es muy, muy diferente. Pero esas mismas voces no disimulan que probablemente la diseminación no será una excepción del 25-M. El tiempo lo dirá. Porque, de ser así, el giro en todos los niveles del legislativo apunta a un cambio meteórico. Basta con proyectar, bajo el permiso -y las reglas- de la Ley D'Hondt, el recuento de los comicios comunitarios para, por ejemplo, abrir las puertas de par en par en O Hórreo a muchos más inquilinos de los que tiene ahora.

Con el apoyo de una aplicación facilitada por el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Santiago, incluimos el escrutinio de las cuatro provincias gallegas en un escenario autonómico. ¿Las diferencias? Varias. La votación europea es lo más parecido para nosotros a una circunscripción única, la del conjunto del país, que aporta 54 eurodiputados a Estrasburgo. Sin filtros provinciales. Que sí funcionan para los comicios regionales. Pontevedra aportaba 22 sillones del total de 75 en el Parlamento Gallego en 2012; A Coruña otros 24; Ourense 14; y Lugo 15 más. Entonces, el 21 de octubre de hace dos años, el Partido Popular saltó muy por encima de la barrera de la mayoría absoluta, con 41 escaños; 18 fueron para el PSdeG; 9 para la recién estrenada coalición AGE, formada por Anova y Esquerda Unida; y las siete vacantes restantes las ocupa el BNG.

Nada que ver con la distribución que dibujaría el voto depositado anteayer. Los populares se alejarían, y mucho, de los 38 diputados que se necesitan para gobernar en solitario sin necesidad de ningún pacto. Siempre con las pautas de la Ley D'Hondt, el primer partido de Galicia bajaría a 35. Es decir, perdería seis representantes. Los socialistas mejorarían su presencia, con un diputado más, hasta los 19. AGE, en cambio, perdería uno y se quedaría con 8. Al igual que el BNG, que de 7 pasaría a 6. ¿Dónde está el resto de las actas. Pues prácticamente en manos de Podemos, que irrumpiría con seis representantes en O Hórreo. Queda uno. El que se llevaría Unión Progreso y Democracia (UPyD). La formación liderada por Rosa Díaz completaría un arco parlamentario con seis inquilinos, en lugar de los cuatro actuales, sin contar el grupo que protagoniza en solitario Carmen Iglesias tras salir de AGE.

Por provincias, los 113.000 votos del PPdeG en Pontevedra le permitirían acumular 9 diputados; 5 el PSdeG; 3 AGE; 2 Podemos; otros 2 el BNG; y aquí estaría el secreto de UPyD para entrar en el Parlamento gallego, con su diputado. A Coruña daría 10 a los populares; seis al PSdeG; tres para AGE; los mismos que para Podemos; y dos para el Bloque. Desde Ourense irían 8 a los populares; 4 para el PSdeG; uno para AGE; y uno para el BNG. El mismo reparto que vendría de Lugo, donde hay que sumar un diputado más, en manos de Podemos.

El multipartidismo reinaría, bajo esta misma premisa de proyección, en el Congreso de los Diputados. Hasta 14 formaciones presentes. El PP hubiera perdido casi medio centenar de escaños, hasta los 138. El PSOE se dejaría cuatro por el camino y reuniría 106. La sorpresa de Pablo Iglesias aterrizaría con 19 y IU y UPyD duplicaría sus representantes, con 22 y 10, respectivamente. AGE contaría con dos.