Desplazarse en automóvil se ha convertido casi en un lujo. La crisis ha obligado a muchos ciudadanos a aparcar sus vehículos y recurrir al transporte público o a compartir viajes.Y la evidencia está en las carreteras gallegas, por las que cada vez circulan menos coches. Según el mapa de aforos de la Xunta, el tráfico en las carreteras de titularidad autonómica se ha desplomado al nivel de hace trece años. Más se han resentido la autopistas de peaje, como la AP-9, que perdió un 23 por ciento de usuarios desde 2007. Sin embargo, este esfuerzo de los ciudadanos por ahorrar no se ha trasladado a sus bolsillos. Los gallegos gastan ahora un 15 por ciento más en carburantes (36,2 millones más al mes) y eso a pesar de que consumen un 22 por ciento menos de combustible que en 2008.

La razón es el incremento en los últimos cinco años de un 48 por ciento en el precio del gasóleo y de un 57% en el de la gasolina.

Hasta la Xunta ha tenido que tomar cartas en el asunto -Galicia tiene el gasóleo más caro de España- y ha decidido promover la apertura de gasolineras independientes. No se plantea, sin embargo, el Gobierno gallego retirar el impuesto sobre hidrocarburos (antes llamado céntimo sanitario) que también ha contribuido al alza de precios.

Para algunos gallegos estas subidas en el coste de los carburantes son insostenibles. En diciembre de 2013 Galicia consumió 176.000 toneladas de gasóleo (un 22 por ciento menos con respecto al último mes de 2008) y 21.000 toneladas de gasolina (8.000 menos que hace cinco años). Y a pesar de ello en diciembre pasado gastaron 265,4 millones de euros frente a los 229 mensuales de antes de la crisis.

Los gallegos no solo intentan ahorrar en carburantes sino también en peajes. Las tarifas de las autopistas estatales y autonómicas crecieron un 16 por ciento desde 2008. Esto ha repercutido en un descenso en el número de usuarios. Si en la AP-9 la intensidad media diaria era de 27.029 vehículos en el año 2007, ahora se ha reducido a solo 20.658. En algunos tramos, como entre Pontevedra y el sur de la provincia, ya circulan casi tantos vehículos por las carreteras nacionales como por la autopista.

Pero, a pesar de la fuga de coches de las vías de pago, las carreteras de titularidad autonómica siguen perdiendo usuarios. Si habitualmente se asocia el desarrollo económico de un área al nivel de tráfico que registra, Galicia está involucionando. Desde 2008 las vías gallegas pierden vehículos. Desde entonces la caída acumulada ha sido de un ocho por ciento. Los datos de aforos -estaciones de la Xunta que miden el paso de vehículos por un determinado tramo- revelan que en 2013 se volvieron a perder usuarios con respecto al ejercicio anterior. De 3.011 coches registrados al día por cada tramo de la red autonómica se bajó a 2.961, una cifra similar a la contabilizada en el año 2.000 de 2.865.

Desde que se inició la crisis las carreteras autonómicas que discurren por Lugo fueron las que perdieron más tráfico, casi un 15 por ciento, seguidas de las de Pontevedra (un 9,2 por ciento). En las vías de A Coruña que son titularidad de la Xunta se rebajó el número de vehículos un 6,9 por ciento y en Ourense, un 5,5 por ciento.

La reducción de tráficos ha afectado por igual tanto a autovías o corredores como a la red básica. Así, por ejemplo, la Autovía do Salnés -en la que la Xunta está renegociando el contrato con la concesionaria para compensar las pérdidas- el tráfico cayó hasta un 14 por ciento entre 2009, primer año completo desde su apertura, hasta 2013.

El tramo que registra más tráfico es el que discurre entre Mosteiro y Meis. Si en 2013 contabilizaba una intensidad diaria de vehículos de 14.967, hace cuatro años tenía 17.488.

La otra vía sometida a concesión donde la Xunta está revisando el contrato para evitar su quiebra es la del Barbanza. En este caso, pese a que el tráfico está por debajo de las previsiones iniciales del contrato de concesión, el tráfico registrado desde su apertura se incrementó, aunque solo ligeramente (un 2,2 por ciento).