La comunidad gallega es la gran fábrica española de aldeas abandonadas. Las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) dibujan una radiografía preocupante: en España hay más de 3.000 poblaciones que no tienen habitantes. De ellas, la mitad son gallegas. En el mercado inmobiliario de este tipo de inmuebles Galicia acapara el 70% de la tarta.

En la actualidad, 22 núcleos abandonados gallegos están a la venta en la web www.aldeasabandonadas.com, que domina el norte de España en este capítulo. Los precios van desde los 26.000 de dos inmuebles en Lugo hasta los 398.000 euros de un conjunto de casas junto al mar en Pontevedra, totalmente reformado y con cuatro edificaciones. El coste medio de esta veintena de aldeas es de 162.000 euros.

Y con más de 1.500 aldeas abandonadas en Galicia y otras 1.900 en las que solo hay uno o dos habitantes llama la atención que no haya más inmuebles de este tipo a la venta. "Hay muchas aldeas abandonadas pero no se pueden vender porque no están documentadas, registradas ni catastradas. Las que se pueden vender son las que están documentadas y escrituradas, y en Galicia hay esa veintena, no más", apunta Rafael Canales, director de la web.

"El año pasado vendimos una aldea a un noruego por 150.000 euros y otra a otra persona por 120.000. Ahora estamos en tratos con un mexicano para vender otra por 449.000 euros", reconoce Canales.

A Coruña y Lugo son las provincias con más aldeas abandonas en venta, con ocho cada una. También son las que más núcleos tienen en los que ya no vive nadie. Entre las dos suman el 81% del total autonómico. Pontevedra y Ourense poseen, cada una, un trío de este tipo de inmuebles a la venta.

¿Y cuántas aldeas abandonadas gallegas se venden? Un par de ellas cada año. "Van saliendo dos o tres cada año", explica Canales. "No salen 10 de golpe. Si hay una veintena, suelen salir el 10%. Las que están mejor situadas, las que tienen un precio razonable, las que la administración da menos problemas para reformar?", argumenta.

La crisis no ha provocado ni un aumento ni una reducción del nivel de ventas. "Cada año dos o tres. Ahí no ha habido cambios", apunta Rafael Canales, quien admite que la demanda "sí que ha aumentado muchísimo. Hasta un 200 o 300% en los últimos años. Pero después, cuando van a verlas se eterniza todo por el papeleo que piden las administraciones". El que también ha cambiado es el tipo de cliente. Si antes eran, sobre todo, británicos los que demandaban estos bienes, ahora son los ciudadanos norte de Europa los que se interesas por los pueblos fantasma.

"Los británicos han bajado un poco; ahora hay más noruegos, holandeses o suizos. También hay mexicanos y canadienses e incluso estoy preparando un dossier para unos chinos", apunta.