Las mayores tormentas del Estado se producen la costa Noroeste de España, es decir, en Galicia. Así lo explica Puertos del Estado, que señala que en esta zona son habituales las tormentas llegadas desde el Noroeste, que "son las que originan mayor oleaje" ya que las olas nacen en el Atlántico Norte y después se propagan hasta la costa gallega ganando en tamaño. Durante estos temporales no es extraño, indican, que se obtengan alturas de ondas de hasta 17 metros.

El que seis registros gallegos estén en el ránking de las catorce olas más altas de España en los últimos quince años no es, por lo tanto, casualidad. De hecho, el pasado 6 de enero, el mismo día en que la alerta roja por el temporal en el mar finalizaba en tragedia, la boya de Cabo Silleiro marcaba su récord histórico desde que está operativa, y son ya quince años: 20 metros, el equivalente a un edicio de siete plantas. Pero no es ésta la ola más grande vista en Galicia. El récord fue el 9 de noviembre de 2010 en Cabo Vilán: 21,9 metros de altura, lo que la convierte en la cuarta ola de mayor altura de España.

No obstante, a la hora de comparar datos de tamaño de olas, Cantabria le arrebata el podio a Galicia, a falta de los registros de este año. La boya que lidera esta particular clasificación en la que no puede competir ninguna del Mediterráneo, la Augusto González de Linares (AGL), logró sobrevivir al temporal pese a haber permanecido cuatro días a la deriva hasta que los técnicos del Instituto Español de Oceanografía la localizaron a diez millas de San Sebastián. Pese a sus vaivenes, había guardado en su memoria un valioso dato: 26,13 metros de altura máxima de ola, lo que la convirtió en la más grande registrada en la historia de España desde que existen mediciones en aguas profundas, en torno a quince años.

Ocurrió el 24 de enero de 2009 y el culpable de que el mar estuviera tan agitado fue el "Klaus", que también influyó en que los 20,6 metros de altura máxima registrados en en Estaca de Bares, o los 19,4 anotados en Cabo Vilán, entrasen en el ránking en el séptimo y el decimotercer lugar, respectivamente, además de situar a la boya de Bilbao-Vizcaya en el quinto puesto con 20,8 metros y de nuevo en el duodécimo, con 19,45 metros.

Todas las posiciones de la tabla están relacionadas con temporales. En algunos también se perdieron vidas humanas, como en noviembre de 2010. Fue el mismo episodio que se llevó por delante el paseo marítimo de A Coruña y provocó daños en 200 metros del dique principal de Punta Langosteira. En el mar quedan los registros de Cabo Vilán, con una ola de 21,9 metros, la cuarta más alta de España, y la más alta de Galicia hasta el momento, y de Santander, donde la AGL marcó 20,62.

La altura máxima de las olas se suele calcular, explican desde el gestor portuario, multiplicando por 1,6 la altura significante del oleaje (la media del tercio de las olas más altas), pero la relación entre ambas puede estar entre 1,3 y 1,9 y en algunos casos, como en el de las llamadas "olas monstruosas", incluso superarla. En el caso de la ola de cabo Silleiro, Fomento calcula que alcanzó una altura de 20 metros, pero habrá que esperar unos meses a que los técnicos descarguen la memoria de la boya, ya que las mediciones de altura máxima no se transmiten en tiempo real.

Si se confirman las estimaciones de Puertos del Estado para la registrada el día de Reyes en Cabo Silleiro, que sería la más alta registradas en las Rías Baixas, se ubicaría en el octavo puesto, aunque ese mismo día en A Costa da Morte se midieron alturas significantes más altas pendientes también de traducir a alturas máximas de ola.

Aunque las cifras relativas a las alturas máximas de olas son las "más efectistas", desde Puertos del Estado enfatizan que "se trabaja" con la altura significante. "Porque el registro de oleaje se mide durante 30 minutos cada hora y en la otra media pueden darse olas más altas que no se registran", explican. El origen de la importancia de este concepto proviene de los años 50. Entonces no había boyas, sino observadores que iban en barcos con rutas permanentes y que medían "a ojo" el oleaje medio. Como el ojo humano tiende a "sobreestimar", señalan, sus mediciones coincidían con la media del tercio de las olas más altas, un parámetro que prosperó para dar continuidad a lo que definen como "un valioso bando de datos".