En las pistas de vuelo crece la hierba, en las instalaciones del aeropuerto se acumula el polvo y, en el exterior, un aparcamiento de 1.800 plazas permanece desierto. La vieja terminal de Lavacolla, que se cerró cuando el 13 de octubre de 2011 se inauguró el nuevo aeropuerto de Santiago, cumple dos años vacía y en desuso. Más de 18.000 metros cuadrados desaprovechados que esperan dueño, después de quedar relegados al olvido por un nuevo aeropuerto que triplica la capacidad del anterior pero atrae menos pasajeros -un 20 por ciento menos de usuarios en el último año-.

La antigua terminal de Lavacolla terminó colgando el cartel de cierre, no por el deterioro de sus intalaciones,que aún se encuentran en buen estado, sino porque el Ministerio de Fomento consideró necesario redimensionar la capacidad del aeropuerto de Santiago y, en lugar de ampliar el existente, se optó por construir uno nuevo a pocos metros del viejo.

Esta nueva terminal aumentó la capacidad operativa de 1.300 pasajeros por hora a 2.500. Los 24 mostradores de equipajes especiales se ampliaron a 40 y los servicios de recogida de maletas prácticamente duplicaron los del viejo aeropuerto.

Esta nueva terminal fue presupuestada en 180 millones de euros pero terminó costando 230 millones de euros. Pero, ¿qué hacer con las antiguas instalaciones? El viejo aeropuerto tiene una superficie de 18.000 metros cuadrados que se distribuyen en tres niveles, mide 260 metros de largo y 53 de ancho.

Pese a que no fueron pocas las propuestas sobre cómo reutilizar este espacio, más de dos años después de quedar relegado al olvido sigue en desuso.

Ryanair proyectó hacerse cargo de esta terminal para operar vuelos de bajo coste, pero las negociaciones con Aena y el Concello no fructificaron. También se planeó instalar en este aeropuerto en desuso un centro comercial e incluso convertirla en parte de un complejo deportivo aprovechando la parte del cambo de golf del Real Aero Club que no había sido ocupada.

Los socialistas de Santiago llegaron a plantear la creación de un recinto ferial, también se habló de convertirlo en una terminal de carga y cuando el exregidor compostelano Gerardo Conde Roa planeó llevar el AVE hasta Lavacolla, propuso utilizar la vieja terminal como apedero.

La última propuesta la lanzó el alcalde de Santiago, Ángel Currás, hace solo unos días: crear un centro aeronáutico. Su idea es convertir estas instalaciones en una escuela formativa donde se puedan formar desde controladores aéreos, auxiliares de vuelo hasta técnicos y operarios.

Se llegó a convocar un concurso público de ideas por parte de Aena. Pero a día de hoy, todavía no se ha encontrado una utilidad para la vieja terminal de Lavacolla. Y, entre tando, sus intalaciones empiezan a deteriorarse por la falta de uso.