El capital hispanoamericano, y en buena medida de origen asturiano, vuelve a ser, como ya ocurrió en el cambio de centuria del XIX al XX, protagonista de un viaje de retorno con afán inversor y dirigido al fortalecimiento y relanzamiento de la banca española.

En 1900 se produjo la llegada de relevantes capitales indianos asturianos y vascos, que confluyeron en el gran proyecto del Banco Hispano Americano, promovieron otras iniciativas bancarias -caso de la del Banco de Gijón (1899)- y participaron y contribuyeron como socios en iniciativas como la del Banco Herrero (1911), todo ello en un momento crítico de España, tras el hundimiento de los últimos vestigios ultramarinos del antiguo imperio y el gran abatimiento nacional que siguió al desastre de 1898.

Ahora, tras la mayor crisis bancaria desde la de 1977-1985 (que se prolongó con la crisis de Banesto de 1993 y las magnas fusiones que culminaron en 1999), el capital bancario astur-americano retorna otra vez al protagonismo nacional cuando el sector financiero español vive la mayor reordenación y concentración en década y media y el país aún no ha superado la peor crisis internacional en 70 años. El banquero astur-venezolano Juan Carlos Escotet Rodríguez y el astur-mexicano Antonio del Valle acaban de iniciar su desembarco en España.

Escotet, presidente y mayor accionista de Banesco -el primer grupo bancario privado de Venezuela, con matriz en España y filiales en Colombia, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana y Florida (EE UU)-, se hizo en diciembre con el más antiguo de los bancos españoles (el gallego Etcheverría, con origen en el siglo XVIII) y ahora aspira a quedarse con el nacionalizado Novagalicia Banco, resultante de la fusión de las desaparecidas cajas de ahorros gallegas (Caixa Galicia y Caixanova).

Escotet está dispuesto a dar la batalla por Novagalicia (a cuyo control también aspiran Santander, BBVA, Caixa Bank y cuatro fondos de inversión internacionales), en el empeño por construir desde el Noroeste, y con un vocación prioritaria pero no únicamente norteña, un nuevo grupo bancario español.

Escotet, hijo de asturiana y de leonés, nacido accidentalmente en Madrid en 1959 cuando sus padres ya habían emigrado desde Asturias a Venezuela en 1947, nieto de un lagarero de Nava y con vivencias veraniegas infantiles asociadas al ovetense parque de San Francisco, a Salinas y a Perlora, enmarca su regreso a España como inversor en un proceso natural de idas y vueltas que determinó desde hace tres centurias el ciclo vital de los indianos.

Otro banquero hispanoamericano, Antonio del Valle Ruiz (México DF, 1938), asturiano de tercera generación, oriundo de Parres y de Cangas de Onís, accionista mayoritario del banco mexicano Ve por Más (BX+), titular de la séptima mayor fortuna mexicana y con participaciones y grupos industriales que se ramifican por un amplio número de países, lidera un grupo inversor que este mes se hará con el 6% del Banco Popular, lo que lo convertirá en cabeza visible del segundo mayor paquete accionarial de la entidad madrileña, dueña a su vez de la filial gallega Banco Pastor. Este movimiento dará paso, en el próximo semestre, a la entrada del Popular en el capital de BX+ con la suscripción del 25% de su accionariado.

En los casos de Escotet y Del Valle se repite el proceder habitual de los asturianos de la diáspora, en el que las dinastías preservan el sentimiento de pertenencia al territorio vernáculo que quedó atrás y, a la vez, el anhelo de reproducir algún día en la tierra que vio partir a sus ancestros los logros y éxitos empresariales y bancarios ya materializados en los países en los que encontraron acogida sus mayores.

Escotet ha transmitido a sus nietos caraqueños la pasión futbolística por los dos grandes clubes de fútbol asturianos y Antonio de Valle recibió de su abuela paterna -de nacionalidad y origen mexicanos- la identidad y sentimiento asturianos que el abuelo inmigrante, fallecido en fecha prematura, no pudo legarle de forma directa.

El retorno a España a hacer banca forma parte de una constante histórica de los indianos enriquecidos en el negocio financiero en ultramar y que procede del siglo XIX. Ocurrió sobremanera en 1900, cuando los Ibáñez, los García-Tuñón -ambos asturianos-, sus socios y parientes vascos Basagoiti y los también asturianos Florencio Rodríguez y Álvarez García, entre otros apellidos afines, repatriaron recursos de México y Cuba para erigir en Madrid el gran proyecto del Banco Hispano Americano,

Si en el siglo XVIII Jovellanos se había quejado de que los grandes capitales astur-americanos retornados no acometían nuevos proyectos y se limitaban a invertir en tierras porque no había -dijo- "luces para hacer industria", desde el XIX el empeño en muchos casos fue reproducir en España los modelos bancarios, industriales y comerciales con los que esos emigrantes se habían catapultado en América hasta insertarse en las élites de los negocios. Es lo que Valentín Andrés Álvarez caracterizó como una vuelta, a partir de 1898, no en busca de "un apacible ocio, sino de un buen negocio".

Que este retorno se produzca ahora de forma llamativa en la banca guarda relación con otra de los constantes del éxodo asturiano a América: el gran protagonismo asturiano en el sector bancario en Latinoamérica y que ya puso de manifiesto Eugenio Noel cuando escribió en los años 40 que "América es un enorme banco asturiano".

A este potencial financiero de la relevante colonia asturiana en algunas de las economías más pujantes de Hispanoamérica se suman otros cinco factores que favorecen que sea ahora cuando se produzca una nueva oleada de inversión en España de los asturianos de la diáspora.

El primero es que España es una oportunidad como mercado (el quinto mayor europeo) y también -en este caso, por razones idiomáticas- como vía de entrada en la UE y más cuando, tras cinco años de crisis, se ha producido una devaluación de activos y un abaratamiento de las empresas y de los bancos españoles.

La profunda crisis financiera ha supuesto además una concentración mayúscula del sector financiero nacional, con la desaparición de muchos competidores y simplificación del número de operadores, lo que permite expectativas de expansión a los grandes grupos supervivientes (esta parece la apuesta de los Del Valle con su entrada en el Popular-Pastor) y la aparición de espacios y segmentos de mercado desatendidos a resultas del masivo cierre de oficinas (la llamada "exclusión financiera"), cuyo aprovechamiento es la opción estratégica por la que se inclina Escotet con el Banco Etcheverría.

Las nuevas exigencias de capitalización impuestas por la normativa regulatoria constituyen, por añadidura, un acicate a que la banca española busque nuevos inversores y amplíe capital.

La contraparte es una banca hispanoamericana con menores riesgos porque opera en un área y unos mercado nacionales poco afectados por la actual crisis internacional y cuya banca evitó por lo general los excesos crediticios en los que incurrieron sus homólogos de EE UU y la UE porque muchos de esos países y sus bancos habían padecido sus propias crisis entre 1995 y 2011.

"En México y en muchos países de Latinaomérica aprendimos bien la lección y por eso no cometimos los errores que propiciaron la actual crisis internacional. De ahí que por vez primera los países latinoamericanos, que siempre habían sido vituperados, afrontan esta crisis desde la fortaleza de unos déficit interno y externo bajísimos, una inflación controlada y tipos de interés reducidos", afirmó en Oviedo hace tres años el astur-mexicano Antonio Del Valle.

Esto explica el quinto factor que está favoreciendo el proceso: bancos como el Popular y el Sabadell, además de haber dado entrada en su capital a banqueros latinoamericanos en los últimos cuatro meses, están aprovechando esta circunstancia para tomar posiciones en entidades financieras implantadas al otro lado del Atlántico y que son o eran propiedad de esos mismos inversores. El Sabadell acaba de comprar el JGB Bank, de Miami, al banquero colombiano Jaime Gilinski Bacal, mayor accionista del banco catalán desde el 13 de septiembre, y el Popular adquirirá el próximo semestre el 25% del banco BX+, controlado por los Del Valle, que este mes se convertirán en los segundos mayores inversores del banco madrileño.

De esta forma, los dos bancos que pelean por los puestos quinto y sexto del "ránking" español diversifican riesgos y mercados y entran en países con una morosidad muy inferior a la española y con un nivel de rentabilidad muy superior al que está generando el negocio nacional, como han verificado en sus cuentas los dos bancos globales españoles (Santander y BBVA), a los que su gran implantación en países poco afectados por la Gran Recesión ha beneficiado durante los últimos años de la crisis.