De mano de un técnico superior, un ingeniero o un arquitecto, las certificaciones energéticas sitúan el gasto en electricidad y gas de una casa en función de siete letras, de la A a la G, que van de mayor a menor eficiencia. Una ilustración conocida ya porque es la que se está usando para promocionar los electrodomésticos de bajo consumo. Es el propietario el que tiene que asumirla para, según consta en el borrador del decreto, "edificios de nueva construcción", inmuebles "o partes" ya existentes "que se vendan o alquilen" y también instalaciones públicas con más de 250 metros cuadrados "que sean frecuentados habitualmente por el público".

Ahí está la otra clave del decreto. Que también las administraciones tendrán que ponerse manos a la obra. Para este tipo de edificaciones, la obligación de exhibir la certificación cuenta con plazos más relajados, a excepción de los de más de 500 metros cuadrados, que deben contar con ella ya. El calendario va hasta el 9 de julio de 2015 para los que superen los 250 metros y sean propiedad pública y hasta el 31 de diciembre de ese mismo año para los que estén ocupados en alquiler.

En el momento en el que una administración en Galicia piense en arrendar o adquirir un inmueble, la información energética que se obtenga de la certificación será "un criterio adicional" para la elección.